MARIA
14 noviembre 2006
Yo soy María reina de los cielos y de la tierra, les
traigo mi saludo y mi bendición, mis queridos hijos, todo mi amor, en este
período extremadamente agitado que vive este planeta y los humanos sobre este
lugar de vida que es la Tierra. Estén seguros que la jerarquía en su totalidad,
que los Santos, que los seres espirituales que los rodean están más que nunca
con ustedes y alrededor de ustedes, en estos días cualificados de sombras que
vienen hacia ustedes, a través de grandes tribulaciones, de grandes
transformaciones anunciadas desde tanto tiempo, tantos años, por mí misma y mi
divino hijo. Tengan la seguridad que ustedes serán ayudados, amados, (a medida
que vuestro corazón se llenará de esta certeza de pureza, de esta certeza de
amor) con el fin de atravesar esta zona de sombra con la mayor comodidad
posible del alma.
Evidentemente los elementos de miedo, los elementos de
aprehensión deberán ser alejados lo más posible de vuestro pensamiento,
alejados de vuestras emociones, alejados de vuestras aprehensiones de la vida
habitual. En efecto, el derrame de la Luz espiritual que viene para los años
que les quedan, en estos lugares de vida, se acompañan siempre de
acontecimientos de naturaleza exterior a veces calificados de apocalípticos.
Pero, recuerden queridos hijos, que el apocalipsis, ante todo, es revelación,
que el apocalipsis, ante todo, es el reencuentro, bodas cósmicas, bodas
celestes con vuestra Divinidad, con vuestra unidad y con la fraternidad que les
hace tanta falta en este mundo tan agitado. No crean que esto es en una
hipotética otra parte, en un hipotético más lejano a nivel del tiempo pues
ustedes están entrando en lo sucesivo en este período de revelación.
Así las jerarquías, como yo lo decía, se mantienen muy
cerca de ustedes, listos a intervenir, listos a sostenerlos, con la condición,
evidentemente, que ustedes pidan, con la condición, evidentemente, que ustedes
acepten esta ayuda, esta fraternidad que viene de otros planos de manifestación
de la Luz. Hay, queridos hijos, como lo sienten la mayor parte de ustedes, como
lo esperan algunos de ustedes, o como lo temen otros, la necesidad de
recentrarse, de abrir su corazón a toda eventualidad y de quedar en la
simplicidad de vuestras vidas habituales, en la simplicidad de vuestras
evoluciones, sin buscar de ninguna manera prever lo que sea, mientras que la
Luz lo proveerá. La única cosa que ustedes tienen que tratar de proveer, es de
encontrar la serenidad, la paz, la armonía en vuestro corazón, en vuestro
centro, en vuestra esencia.
Hay durante estos años que vienen, efectivamente
grandes tribulaciones al exterior, grandes tribulaciones al interior. Sólo
aquéllos que serán puros quedarán y permanecerán en vida, en serenidad, en
seguridad. Convendrá, más que nunca (y recuerden, ustedes ya están en esta
época) de estar alineados, de estar centrados, de estar unificados y conectados
a la Divinidad que son, pues esta Luz que viene hacia ustedes es una Luz
divina, espiritual, transformadora y que será vuestra sola Fuente de vida en
los tiempos que vienen. Hay evidentemente, un período bisagra, yo diría, que he
anunciado también, queridos hijos, en numerosas ocasiones, en múltiples lugares
sobre este planeta y en múltiples momentos, un período donde les convendrá
encontrarse perfectamente centrados y alineados pero ustedes serán, como ya lo
dije en numerosas ocasiones también, prevenidos en tiempo y en horas útiles,
algunos instantes que precedan este período bisagra que ha sido llamado desde
hace mucho tiempo “los tres días de tinieblas”, en todo caso en vuestro
occidente, el momento de la transmutación alquímica, vibratoria, cósmica de
este planeta y de sus habitantes que estarán listos hacia una dimensión más
allá de todos vuestros sueños, más allá de todo lo que ustedes puedan imaginar,
pensar, concebir, más allá de la Luz del más allá que viven las personas que
dejan este cuerpo para acceder a la Luz.
Los mundos que les son prometidos son mundos donde la
unidad domina, donde no hay lugar para la sombra, donde no hay lugar para la
división, donde no hay lugar para la oposición sino donde todo es armonía, todo
es Divinidad, donde todo es espacio sagrado de resonancia que permite a la Luz
encarnada de hacerse carne, de emerger y de hacerse finalmente la realidad de
la promesa eterna de mi divino hijo. En esto ustedes han entrado, en el período
que precede al bisagra, en el período que precede el acontecimiento final que
les permitirá acceder, para aquéllos que estarán listos, a esta dimensión
nueva, a este espacio sagrado de vida que fue prometido, una vez más, de toda
eternidad.
Entonces, queridos hijos, no es cuestión, por
supuesto, de darles el momento preciso donde se sitúa esta bisagra porque,
desde luego, eso puede ser en un minuto como en algunos años, pero, sin
embargo, el período que precede al bisagra está ya aquí. Les corresponde, como
decía mi divino hijo, hacer la limpieza en vuestra casa, hacer la limpieza en
vuestra personalidad, en vuestro ego, con el fin de encontrar la mayor unicidad
posible, la mayor claridad posible, la mayor veracidad posible en vuestro ser
interior pero también en las circunstancias y manifestaciones de vuestra vida
material, con el fin de obrar en el sentido de las palabras de mi hijo. Sean
los divinos imitadores, absténganse de todo juicio, absténganse de toda crítica
pero vayan firmemente hacia vuestra Divinidad. Nada más debe tener importancia,
y por supuesto, si ustedes tienen carga de alma, de continuar a poder con esta
vida material que sin embargo pasa y llega a su fin.
Les corresponde, hasta el último minuto del momento de
mi llamado último, dedicarse a vuestras tareas materiales, a vuestras tareas
diarias, cultivando en ustedes esta semilla de Luz, esta semilla de estrella
que ustedes son, con el fin de que el jardín esté limpio, con el fin de que la
casa esté preparada para la visita de la Luz. Esto es, queridos hijos, ustedes se
han rendido a los espacios transformadores, ustedes se han rendido en los
espacios de falsas calmas que preceden la tempestad, de falsos equilibrios y de
falsos equidades sobre esta Tierra. Ustedes han entrado en el período de
iniquidad máxima, en el período donde la injusticia es la más flagrante, donde
aquél que hace trampas está por delante de la escena, donde aquél que brilla no
es aquél al que se le cree, donde aquél que se impone no está en absoluto en la
Luz sino es la ilusión de la Luz. Así va el mundo, así va cada transformación
que sobreviene en esta humanidad o en otras humanidades, en el período que
precede el momento bisagra y el momento último. Los seres que pertenecen a
aquellos que se van y que no van hacia la Luz, intentan brillar por todos los
medios porque son incapaces de brillar espontáneamente, de ser la Luz que ellos
deberían ser. Entonces, ellos oscurecen su juicio, oscurecen la voluntad del
alma en beneficio de la personalidad y esa brillantez es muy ilusoria, muy vana
a los ojos de la justicia, a los ojos de la verdad de la Luz.
Así va el mundo, así van los mundos, así van las
humanidades en período transformador. La transformación es algo que perturba.
Lo quieran ustedes o no, queridos hijos, cualquiera sea la promesa y la realidad
de este mundo de Luz que viene a ustedes, se trata no obstante, de un período
de duelo, de un período de separación de vuestros hábitos de funcionamiento que
eran los vuestros desde hace tanto tiempo. Entonces, por supuesto, hay que ser
capaz de perder todo, salvo aquéllos que aceptarán, como dijo mi hijo, perder
todo encontrarán el cielo, aquéllos que querrán salvarse no serán salvados.
Aquéllos que abandonarán y se abandonarán a la voluntad de la Luz serán
salvados y para eso es necesario abandonar, los miedos, abandonar el ego,
abandonar todo lo que brilla en apariencia y no en profundidad. Los caminos que
les son propuestos son, a veces, caminos dolorosos, caminos donde va a ser
necesario cortar, caminos donde va a ser necesario decidir, todo eso sin juicio,
todo eso quizá sin saber lo que será mañana, todo eso quizá sin saber lo que
será vuestra vida en algunos meses. Se les pidió a ustedes, no obstante,
continuar asegurando lo que ustedes llaman lo material. Lo material no tiene
más que un tiempo, la materia se transmuta y lo material se borrará delante esa
transmutación de la materia pero ustedes en ningún momento deben sobrepasar ese
instante, en ningún momento deben intentar anticipar o prever el momento. Este
llega a ustedes.
Estén seguros, queridos hijos, que todo ser de Luz
será prevenido de ese momento pero también todo ser humano sobre este planeta
hasta el último minuto tiene la posibilidad de suprimir el ego para dejarlo
inundarse de la Luz del alma, hasta el último minuto. No hay juicio en nuestros
corazones y en todos los seres espirituales que los acompañan no puede haber la
menor pizca de voluntad de destrucción. Sólo las almas que estarán
suficientemente oscurecidas y que no querrán escuchar mi llamado serán
condenadas a ser recicladas, a reiniciar un nuevo ciclo de experiencia pues tal
será su deseo. Así no hay que preocuparse de vuestros hijos, no hay que
preocuparse de vuestros cónyuges pues cada ser tiene que hacer esta decisión
solo frente a sí mismo y frente al corazón de la madre que yo soy pues, en
efecto, la señal vendrá de mí.
Antes que la espada de mi divino hijo golpee esta
Tierra, seré yo, mi corazón benévolo de madre que vendrá a anunciarles ese
momento. Ustedes lo escucharán. Cada ser viviente sobre este planeta escuchará
el llamado de su madre, él sabrá si querrá responder o no, la decisión le
pertenece, ustedes no pueden forzar a ninguna persona pues es una decisión que
se toma, como ustedes dicen, en su alma y conciencia, en toda lucidez. Incluso
aquellos que no creen, incluso aquellos que rechazan esta Luz escucharán mi voz
proponerles la última elección. Eso no es por el momento, ustedes están por el
momento en el instante de las tribulaciones, están por el momento en el momento
último que precede el momento bisagra, en esos momentos donde ya tienen que
preparar vuestras elecciones, afilar vuestras elecciones, preparar vuestra
decisión, preparar vuestro futuro. ¿Qué quieren hacer en el futuro? ¿Desean
proseguir las experiencias? Y en eso nada los sancionará, ni la madre que yo
soy, ni mi divino hijo, ni los elementos desencadenados sobre este planeta sino
que ustedes serán libres de recomenzar una experiencia de esta dimensión en
otros cielos y en otras tierras. En cuanto a esta Tierra que los lleva en la
hora actual, ella debe por supuesto cambiar de plan vibratorio, con los seres
que aceptaron escuchar mi llamado último.
Esta transformación y esta ascensión, como se ha
convenido en llamarla, y como muchos de vuestros médiums la han llamado, es
algo que se pasará en un cierto lapso de tiempo que sobrevendrá después de mi
advertencia y que se extenderá varios meses donde ustedes serán instruídos,
donde serán guiados, donde serán pacificados totalmente, cualesquiera sean las
pérdidas que hayan sufrido pues será necesario hacer el duelo de algunas cosas.
Para algunos eso podrá ser un cónyuge, para otros eso podrá ser un hijo o un
padre o eso podrá ser un duelo de algún lugar o de ciertos hábitos pero ustedes
deben penetrar en esta nueva Tierra en estado vibratorio, totalmente purificados,
pacificados, unificados y reconectados a la Fuente que son y por tanto sin
ciertas cosas que obstruyen vuestras vidas en la hora actual.
Pero ustedes no tienen que decidir por el momento,
deben simplemente cultivar en ustedes la semilla de Luz, la semilla de estrella
que son, hacer crecer esta Luz es vuestra sola preocupación, la segunda (ndt:
preocupación) es, lo repito, asegurar lo cotidiano pero deber prepararse sin
embargo a deber dejar ese cotidiano en un intervalo de tiempo en resumen bastante
corto pues, en efecto, ¿qué ser humano se prepara en tanto que no se le ha
anunciado que iba a partir? ¿Cuál es el ser humano que pondría en orden sus
papeles si no supiera que iba a morir, dejar este cuerpo el año que viene?
Siempre se tiene tiempo, siempre se aplaza para más tarde lo que se tiene que
hacer cuando se está en este mundo de manifestación donde ustedes están pero
les conviene prepararse desde ahora, desde hoy, para afrontar este período
bisagra o esas tribulaciones que ya están aquí, mis hijos. Les corresponde
encontrar momentos de espacio interior, de serenidad, de ver claramente vuestra
vida, de hacer el balance sobre lo que los animó, cuáles han sido vuestros
polos de interés en esta vida, qué esconden detrás de vuestras incertidumbres,
qué esconden detrás de vuestras mentiras, qué esconden detrás de vuestros
miedos.
Les corresponde aparecer desnudos delante de esta
espada del juicio que llegará. Les corresponde ya haber esclarecido el trabajo
y haber tenido limpia vuestra casa y vuestro jardín con el fin de que, llegado
el momento, eso no sea demasiado pesado y no los arrastre hacia un nuevo ciclo
de manifestación y de experiencia, venciendo así vuestros esfuerzos, para
algunos realizados desde tantas y tantas vidas, para ir hacia esta liberación
que les es prometida hoy. Entonces, queridos hijos, mantengan presente al
espíritu vuestra Divinidad, mantengan presente también en vuestro espíritu
vuestra incompletud de estar separados de la Fuente desde tantas y tantas
vidas. Sin duda alguna, la liberación, la realización ha sido posibilitada como
algunos modelos lo han mostrado pero yo diría que la casi totalidad de la
humanidad no ha tocado ese umbral del despertar.
Les corresponde hacer el balance lúcidamente, de no
ser blando con ustedes mismos, no obstante no juzgarse pero dejar vuestras
cargas, dejar vuestros miedos, dejar vuestras sombras a mis pies y a los pies
del divino hijo. Pidan y se los ayudará, pidan y se los atenderá, pidan y serán
inundados de mi gracia, de la gracia de mi hijo pero también de la gracia de
multitudes de seres de Luz que recorren vuestra Tierra en sus éteres. Les
corresponde pedir, les corresponde hacer este proceso, hagan un paso hacia
nosotros, nosotros haremos diez, levanten vuestra voz hacia nosotros, vuestra
mirada hacia nosotros y nosotros bajaremos nuestra mirada hacia ustedes con el
fin de ayudarlos en este camino de comunión que llega hacia ustedes.
No vean, a través de los elementos, cosas
catastróficas, no vean más que el período de necesaria depuración, de necesaria
transformación previa a la transformación última. Hay, allí, la herramienta de
toma de conciencia, herramienta de toma de conciencia, herramienta de rebelión
interior permitiendo comprender los errores pasados. Esta rebelión interior
debe conducir a definir un nuevo camino, camino de la unidad, camino de la
fraternidad, camino de la voluntad de bien y camino del amor, tan y tan
rechazado y aplazado en provecho de intereses personales, en provecho de
intereses egoístas, en provecho de intereses familiares, en provecho de
cualquier interés, yo diría. Respecto a vuestra Divinidad, ahora conviene
establecer los actos, establecer las fundaciones de vuestra nueva vida siempre
siendo consciente que lo que ustedes viven no es más que una aventura, una
apariencia, es una cosa que no está aquí más que por un tiempo lo mismo que
este cuerpo que les es prestado por un tiempo y que entre el nacimiento y la
muerte, no hay más que un tiempo relativamente corto.
El tiempo que les queda por vivir es también relativamente
corto, el tiempo que les queda para acceder a la verdadera vida es
extremadamente reducido. Ustedes están en lo que se ha llamado, en la biblia,
mi divino hijo y sus profetas y sus apóstoles han llamado antes que él, los
tiempos reducidos. Relean el apocalipsis, relean las profesías de Daniel, y
encontrarán esta noción de tiempos reducidos en los cuales ustedes entraron de
lleno y en los cuales viven ahora. Entonces, no se crean inmortales en esta
tercera dimensión, no se crean inmortales en sus modos de funcionamiento, en lo
que ustedes han construído pues eso puede desaparecer de un día al otro y eso
no tiene ninguna importancia con respecto a la Luz que ustedes son.
He ahí, queridos hijos, lo que tenía ganas de decirles
pero pienso que ustedes me han convidado también para responder algunas
interrogaciones entonces me pongo ahora a vuestra escucha, mi corazón de madre
se dirige hacia ustedes, hace silencio y en el recogimiento acoge vuestras
demandas.
Pregunta: ¿Cuál es la enseñanza para sacar de una
separación que he vivido últimamente?
Mi hijo, no busques ver en cada acontecimiento que
sobreviene en tu vida el rastro de algo no comprendido o de una lección que hay
que experimentar. El justo que muere aplastado bajo un árbol que cae durante la
tormenta, ¿acaso es justo que haya muerto aplastado por ese árbol? Sería
ilusorio creer que hoy, más que nunca, cada acto y cada movimiento que se
produce en vuestras vidas es significante. Hay necesariamente necesidades de
depuración. Esas necesidades de depuración, esas necesidades de transformación
se hacen sentir, lo mismo que una madre que pierde su hijo, cuál es la
justificación de esa pérdida si no es encontrar todavía más amor a través de
esa pérdida y ese abandono. En eso está la lección de toda vida y hoy más que
nunca. No hay a través de esta separación una noción de división, cualquiera
sea la duración de lo que es vivido o la facilidad en aceptar lo que es vivido.
De todos modos, eso debe ser vivido sin buscar saber dónde están las responsabilidades,
dónde están las causas sino simplemente aceptar eso como formando parte e
ilustrando lo que acabo de decir, a saber que ustedes deben continuar vuestra
vida y que, lo que sea que se les haya quitado o dado, hay que aceptarlo con la
misma ligereza de corazón pues eso forma parte del camino.
Pregunta: ¿Es una manera de volverse a centrar?
No hay punto de recentrado, querido hijo, hay
evolución y transformación y de nuevo otro centrado. Recuerden ustedes lo que
les decía cuando llegué, que hay un período que está abierto ahora, período de
tribulación, período de apocalipsis donde o todo no es más que retribución o
todo es transformación con el fin de acceder a más liberación. No lo vean como
algo que sería un castigo, no lo vean como alguna responsabilidad, eso forma
parte de los caminos de la misma manera que un día, un ser humano muere y deja
sus hijos o deja sus padres, esto es exactamente lo mismo. Ustedes deben ser
capaces, hoy más que nunca, de ser capaces de perder todo pues sino todo eso no
sería más que un apego, lo que la vida les da, deben aprovecharlo, pero no
deben apegarse, deben disfrutar de la experiencia, deben disfrutar de la vida
que pasa a través de ustedes y no considerar que si un elemento falta, vuestra
vida se detiene o vuestra vida se vuelve menos guiada, menos excelente, sobre
todo para aquellos que están en una evolución y que intentan acercarse a esta
Luz auténtica.
Pregunta: ¿Por qué tengo la impresión de que la Luz se
aleja de mí?
Querido hijo, recibe todo mi amor. En principio,
¿estás seguro que la Luz se aleja de ti, que no es que tú te alejas de la Luz?
Reflexiona bien mi pregunta. La Luz no se aleja nunca cuando se la llama, la
Luz se aleja cuando los polos de interés son diferentes por una época. A partir
del momento donde la atracción por la Luz ha disminuido, la Luz se aleja porque
ella obedece a tu voluntad del momento, a tu destino del momento, lo que no
quiere decir que ella desaparezca, lo que quiere decir simplemente es que tus
prioridades del momento no son esas de la Luz. Entonces, sí, se puede decir que
la Luz se aleja de ti pero eres tú que te alejas de la Luz. Inclínate hacia
ella, cultívala, querido hijo, dirígele tus rezos más ardientes. Tu deseo de
Luz es más importante que tu vida. Tú podrás notar, en el desarrollo de tu vida
material y de tus obligaciones materiales, que si la Luz se aleja, la vida es
menos fluída y que cuando la Luz se aproxima las cosas son más livianas y más
fáciles. Entonces encuentra lo que te vuelve más liviano, encuentra lo que es
más fácil y la Luz se acercará. Esto es inherente a la experiencia de la
materia en este período turbador. La luz acerca, la Luz se aleja, para hacerles
comprender que la cosas más importante que ustedes pueden perder es la Luz. Entonces, está en ustedes hacer todo para no perderla.
Pregunta: ¿Cómo se puede hacer para no dejarse influir
por el aura de la gente?
Basta, para eso, con pensar en la Luz, querido hijo,
basta con cultivar su propia Luz, de hacer que tu aura sea invencible, no por
el poder de la voluntad sino por el poder del amor pues el amor hace milagros,
como decía mi hijo. El amor levanta las montañas. Vístete de amor y de Luz y
ningún aura podrá ser molesta para ti, pues ella estará en tu aura y en tu Luz.
A partir del momento donde las circunstancias de la vida te hacen encontrar un
aura hiriente, una energía hiriente, una condición hiriente, es que alguna
parte en ti tiene una falla que ha permitido a aquélla de manifestarse, desde
luego.
Mis bienamados hijos de Luz yo les traigo todo mi amor
de madre, mi bendición la más íntima en vuestro corazón, en vuestro Espíritu,
en vuestra alma pero también en vuestro cuerpo. Sean bendecidos. Mi Luz los
acompaña. Yo los amo, yo soy María reina de los cielos y de la tierra.