MARIA
20 mayo 2005
Soy María,
Reina de los Cielos y de la Tierra. Bienvenidos, queridos hermanos y hermanas de luz y podría
decir también, queridos hijos, porque habiendo encontrado la Fuente de que yo
estoy ante vosotros, puedo ser llamada la Madre de todos vosotros. Me agrada
ver tantos hombres como mujeres inclinados hacia su Fuente, hacia su luz, hacia
más autenticidad, hacia más verdad, hacia más conformidad a la voluntad de la
luz auténtica. Queridos hijos que vivís en esta Tierra, en este periodo tan
problemático es esencial para vosotros encontrar vuestra Fuente, encontrar la
luz de vuestra alma y de vuestro espíritu, de manifestarla cada vez más y
expresarla en cada instante, en cada respiración de vuestra vida. Esta es la
cosa más importante y la más fundamental de manifestar. La palabra amor ha sido
tan prostituida, tan transformada en este planeta, tan utilizada para fines no
luminosos que hay que estar muy consciente de lo que es esta vibración, esta
expansión, esta luz tan auténtica, esa que os une a la Fuente, esa que os une
al Padre, esa que os une a mí y que os une también a la Santa Trinidad.
No veáis en esto un lenguaje impregnado
de religiones, impregnado de arcaísmos sino como la fuente radiante de vuestro
bienestar espiritual, de vuestro bienestar de alma en este planeta. La Santa
Trinidad está en acción y vosotros la veréis cada vez más en acción en este
planeta, a través de los elementos de la Tierra, a través de los elementos del
aire, a través de todo lo que se manifestará en vuestro universo y en este
planeta en particular. Habéis entrado, como hace 50 000años, bajo la influencia
del Sol Central de vuestra galaxia, también llamado estrella de Sirio. Esta
radiación azul es una radiación de naturaleza femenina, de polaridad femenina,
cuyo objetivo es conectaros ( como alma liberada, alma libre, alma en vía de
luz) a la triple Fuente, a la luz trinitaria de la que nosotros somos los
representantes, yo misma, mi Santo Hijo y el querido Arcángel San Miguel, ese
al que vosotros llamáis San Miguel en vuestra Tierra. Nosotros estamos aquí
para obrar, nosotros estamos aquí para restituiros vuestro verdadero don de
nacimiento de alma, que es pura luz, que es alegría inefable y en la que
vosotros debéis obrar.
Buscad llenaros de esta verdad que
sois. Buscad iluminaros desde el interior de esta luz que sois. Olvidad
totalmente lo que no está en el sentido de la luz. No le concedáis la menor
importancia. Sólo cuenta el peso de luz que ponéis en la ligereza del ser. En
vosotros está esa Fuente, como en mí. Vosotros sois yo y yo soy vosotros, a
condición que vosotros os despojéis de los oropeles y de los harapos que os han
puesto, a lo largo de lo que llamáis las encarnaciones, a lo largo del tiempo.
No concedáis ninguna importancia a todo lo que os puede frenar, a todo lo que
os puede limitar la expansión de vuestra luz, la expansión de lo que sois
porque cuanto más seáis lo que sois, más irradiaréis esto y más luminosa será
la suerte de la Tierra. Y más cosas se derramarán en el flujo de la vida y en
la normalidad de la vida. En vosotros está esta Fuente, en vosotros está esta
luz, en vosotros está este amor auténtico que no demanda más que experimentar,
vivir, exteriorizarse. Cualquier freno que se ponga a la expansión de la luz no
va en el sentido de la luz.
Entended bien esto, el amor es
libertad, el amor es fluidez, el amor es el aire que se desplaza libremente, el
amor es el canto de los pájaros, el amor es lo que hay más precioso en
vosotros, lo más auténtico y lo más eterno. El amor no puede ser más que
eterno, no se apaga jamás. Una vez que está encendido sólo puede crecer a
imagen del universo, a imagen de las fuentes originales de la que vuestro
planeta forma parte y de la que yo misma, emanación de esta Tierra, formo
parte. Desearía ahora, de igual forma que la chispa que ha sido puesta en
vosotros por medio de otras entidades que no tienen nada que ver con nuestra
Trinidad, que trabajan en el mantenimiento de la cohesión de la Tierra, que
esta luz crezca para siempre, que se haga una luz eterna que obre en las luces
de las luces, en el Santo de los Santos, dicen algunos, a fin de que nunca más,
la mínima duda sobre lo que sois, o sobre lo que vais a ser, pueda venir a
frenar, nublar esa bella alma que estáis todos a punto de ser, a fin de que el
alma global, el alma de la Fuente Tierra pueda evolucionar, pueda transformarse
e ir ahí donde debe ir: hacia su sacralización.
Como entidad encarnada viviendo en este
planeta, vosotros sois seres sagrados, igual que los seres más altos y tenéis,
según vuestros deseos, según vuestras pasiones, la capacidad de formar parte de
lo que queréis, como planos evolutivos o involutivos. Os corresponde a vosotros
elegir: más luz o menos luz, sabiendo que toda alma, toda vida es, al final,
saliendo de la lógica del tiempo, una parcela de luz, una parcela de verdad. Lo
que hoy os parece pertenecer a las cosas
que no van en el plano de la luz, pertenecerán a un plano de luz. No puede ser
de otra forma. Todo es cuestión no de tiempo sino de esquemas y caminos
evolutivos a tomar. La parábola del hijo pródigo ha ilustrado esto de
maravilla. Elegid vosotros, queridos hijos pero estad seguros de nuestro
indefectible amor porque vosotros sois amor y nosotros estamos en conexión
permanente con vosotros. Que vuestra alma nos reconozca o no, no tiene ninguna
importancia porque nosotros, nosotros sí sabemos quienes sois vosotros. Me
gustaría ahora haceros participar, a todos y cada uno de la experiencia del
amor de madre, de la experiencia del amor de Tierra, del cielo y de la Tierra
en la madre. Esto va a ser ahora para cada uno de vosotros.
Me dirijo personalmente al corazón de
cada uno de vosotros y comienzo ahora. Me dirijo alma a alma, no habrá
palabras, esto se hace en silencio, en la pureza y la intensidad de la
vibración del amor. Mirad que dulce es cuando escucháis con el corazón.
Continúo. Vamos a iluminar juntos doce soles ligados a la Fuente, ligados unos
a otros. Es la experiencia que hacéis ahora. Ved como la luz de la fuente que
se activa gracias a doce pequeñas fuente, doce pequeños soles, doce pequeñas
fuentes intra-Terrestres que se iluminan al mismo tiempo, como amor auténtico
que va más allá de las palabras, que pasa de emociones, que pasa de cualquier
comentario. Esto es así desde la eternidad y así será por toda la eternidad.
Continuad experimentando. Yo continúo dirigiéndome a cada uno de vosotros personalmente,
amados hijos de la luz. Os doy mi bendición.
Original en
Francés : www.autresdimensions.info
Traducción:
Susana Milan
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