Jean Luc Ayoun
MARIA
21 de diciembre de 2005.
Yo soy María,
Reina del Cielo y de la Tierra, heme aquí, encantada de estar con ustedes esta
noche en este periodo tan importante que precede a la conmemoración del
nacimiento de mi Divino Hijo. Yo me dirijo a ustedes para instaurar, en su corazón,
un mensaje de expectativa y de esperanza, un mensaje también vinculado al amor
que llevo en mí como Madre universal para cada alma encarnada en este planeta.
Vengo a ustedes en este período previo a la conmemoración del nacimiento de mi
Divino Hijo, porque en este año en particular va a ver abrirse un período
importante a nivel de las conciencias, un período importante en la elevación de
conciencias, y de apertura de conciencias.
A través de las
correlaciones existentes entre las manifestaciones elementales y las existentes
en la personalidad encarnada, se manifestará una mayor sed de Luz, una sed de
autenticidad mucho más importante en los próximos años. Su sentido de
humanidad, el de fraternidad, y el sentido de divinidad se fortalecerá a través
de lo que van a observar, a través de lo que van vivir en su fuero interno,
como también a nivel planetario. De este modo, será mucho más fácil para ustedes centrarse en el
Corazón, por la existencia misma de algunos sucesos elementales que
sobrevendrán próximamente en este
planeta.
Hay una serie
de importantes aspectos planetarios y cósmicos que están llegando hasta esta, mi
humanidad, querida. Estos elementos de naturaleza electro-fotónica son para
revelar, y despertar en ustedes la dimensión Divina en el espacio Sagrado del
corazón. Estos momentos importantes, les ofrecerá la posibilidad de conectarse
a la auténtica Fuente Divina, dejando brotar la Divinidad en ustedes, para el
bienestar del alma, como también para todas las almas que encuentren en su
camino terrestre, en los años venideros. A través de una serie de elementos,
que sé, que han sido informados, existe la posibilidad única de abrir
completamente el Corazón, de manera que sientan manifestaciones después de
algunos momentos, en ese lugar y en los diferentes centros de Luz, en la
cabeza, en la espalda y los pies, y se unan en el centro sagrado, que es el
corazón, para que redescubran la humanidad, la fraternidad y Divinidad que
ustedes son.
Esta vibración,
que comenzará a aparecer en los momentos siguientes, a través de este
importante trabajo que realizaré, con su consentimiento, sobre el corazón,
requisito previo, que les permitirá volver a centrarse para el establecimiento
del niño Cristo, el niño Rey, la Divinidad y la pureza del alma, en el corazón,
para prepararlos a vivir en la mayor serenidad las modificaciones elementales
que deben sobrevenir, que les permitirá encontrar la Fuente que sacia la sed de
Divinidad, de Absoluto, de Luz auténtica que todo habita, mis queridos hijos.
Vengo a abrir
vuestro corazón a su mensaje (ndr: el de OM Aïvanhov), un poco más encarnado que el
mío, pero sin embargo cuán importante para el futuro encarnado de este planeta. A través
de su afiliación, él es capaz de completar la obra de mi Divino Hijo. Así como
de abrir las puertas que conducen al cielo, también a Agartha, el mundo intra
Terrestre, porque ya es tiempo de revelarla a la conciencia de la humanidad
para obrar de acuerdo, en hermandad, a la elevación de lo que llaman; todas las
conciencias y la conciencia planetaria, hacia el éter de la quinta dimensión.
El trabajo preparatorio ha sido inaugurado hace ahora más de un año en este
planeta, y en ciertas almas predestinadas a mi Divino Corazón, a mi Divino Hijo, para
la constitución de ese canal particular de comunicación entre esta tercera
dimensión y la quinta dimensión, entre la humanidad dividida, y separada (que
acercándose a la Luz auténtica), a fin de recibir la totalidad del Espíritu
Santo, toda la Luz e irradiar toda esta Luz auténtica, a través de su corazón
alineado a su dimensión Crística. Esto, queridas almas era lo que tenía que
aportarles así y como mi bendición.
Pero más allá
de las palabras y las vibraciones sonoras, quiero despertar en cada uno de ustedes,
queridos hijos, el elemento Crístico en su Corazón, que, les repito es la
reunificación de la fraternidad, de vuestra humanidad y Divinidad. Todo esto en
un corazón triplicado resuelto en la Unidad, que es la Luz de mi Divino Hijo y
de la Fuente que ustedes Son, más allá de las máscaras de la apariencia, y de
las máscaras puestas por las diversas encarnaciones que han vivido, durante sus
peregrinaciones por el mundo de la tercera dimensión, desde hace mucho tiempo.
La Paz sea con
ustedes queridos hijos. Los amo y los bendigo.
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Jean Luc Ayoun
Traducción: H N.
Agosto de 2014.