ADVERTENCIA

Nada de lo que leas, sin importar dónde está escrito,

nada de lo que escuches, sin importar quien lo dijo,

nada debes aceptar sin previo discernimiento y tú mismo debes decidir su veracidad.

Consúltale a tu corazón que él nunca se equivoca.

Discernimiento: Criterio o capacidad de distinguir los elementos que están implicados en una cuestión, como se relacionan entre sí como se afectan los unos con los otros y como cada uno de ellos incide en el conjunto.

domingo, 15 de abril de 2007

15 de Abril 2007 MARIA

Jean Luc Ayoun

MARIA

15 abril 2007

Yo soy MARIA, Reina de los Cielos y de la Tierra. Estoy entre ustedes con el fin de permitirles encontrar vuestra interioridad, encontrar vuestra Divinidad a nivel del corazón, con el fin de permitirles reunificar en ustedes lo que debe serlo, con el fin de reunificar en ustedes vuestra dimensión triple/única, de Divinidad, de claridad y de transparencia. Así, antes de dirigirme a ustedes, antes de intercambiar sobre un modo que es vuestra palabra, desearía en primer lugar transmitirles esta energía particular del corazón unido de mi divino hijo y de mí misma, madre de los universos, con el fin de permitirles reunificarse, con el fin de permitirles recentrarse y de permitirles experimentar esta gracia inefable que es la del humano que encuentra su dimensión de Divinidad, que encuentra su dimensión de unidad, su dimensión de fluidez, su dimensión de eternidad. Así, les propongo llevar vuestra atención, vuestra conciencia a nivel del medio de vuestro ser, a nivel de vuestro templo interior, a nivel de vuestro corazón. Así, en el silencio y la gracia que llega hacia ustedes, les pido acoger mi divino corazón y el divino corazón de mi hijo, con el fin de reunir los tres en uno, con el fin de reunir en nosotros esta llama divina que es esencia de vuestro ser, que es esencia de vuestra Divinidad, que es esencia de Luz, esencia divina.
Hijos de la Ley de Uno, hijos del Padre, vengo a ustedes como madre, vengo a ustedes como hermana también con el fin de aportar, a través de la vibración de mi palabra, un elemento de respuesta a vuestro camino encarnado sobre este planeta, como alma y espíritu encarnado en este cuerpo, responder no a vuestras interrogaciones futuras sino poner la Luz, iluminar por mi corazón de madre vuestra Divinidad interior. Así yo estoy preparada, queridos hijos, durante algunos instantes para venir a reconfortar por la vibración de mi palabra, reconfortar por la vibración de mi ser entero de madre, con el fin de ayudarlos a aligerar el peso de la vida, con el fin de ayudar a iluminar el camino que es el vuestro, con el fin de revelar vuestro ser interior, vuestro ser luminoso, vuestro ser trascendente. Así, queridas almas, recibo en mi corazón vuestras palabras y vuestras preguntas.

Pregunta: ¿Cuál es el resultado de todo nuestro camino?
Querida hija, la experiencia que ustedes viven sobre esta tierra es una experiencia que ha sido querida y decidida hace muy mucho tiempo. Es una decisión de sacrificio, de sacrificio común, querido no por el Padre, querido no por la Luz sino por vuestra Luz. Han tenido necesidad de experimentar este alejamiento de la Fuente, este alejamiento de vuestra Divinidad, con el fin, un día que hoy ha llegado, de volver a la Fuente, enriquecidos de la experiencia de la no-Fuente. Esta etapa de división, de separatividad, esta época de olvido de vuestra Divinidad ha sido el medio de afirmar vuestra Divinidad. El sentido de la caída, el sentido del sacrificio de la encarnación ha sido decidido por una multitud de almas, en un momento preciso de su historia. Este camino ha sido acompañado por los regentes planetarios, por mi divino hijo y por mí misma, con el fin de acompañarlos, con el fin de caminar a vuestros costados, con el fin de sostener vuestros esfuerzos en esta vida que es tan luminosa pero, al mismo tiempo, que ha sido un período de olvido de vuestra Divinidad. Así, algunas almas han olvidado tanto su Divinidad, que hoy les es difícil volver a esta Luz de la que no han cesado de ser nunca y, sin embargo, qué de sufrimientos, qué de sacrificios han sido necesarios con el fin de volver a este punto de desgarro máximo que debe permitirles volver a la Fuente.
La promesa que se han hecho a ustedes mismos, es la promesa que mi divino hijo o yo misma o el regente planetario hemos ofrecido: la promesa del regreso a la casa, la promesa del regreso a los mundos vibratorios donde la sombra no existe más, la promesa del regreso a la unidad. Y sin embargo algunos de ustedes se han extraviado en camino pero estos no pueden perder el camino de su Fuente, están simplemente en lo que ustedes llaman, no sobre la misma amplitud de onda vibratoria del regreso a la casa, y tienen necesidad de culminar esta experiencia de la encarnación. Hay numerosas moradas en la casa del Padre y esas moradas no pasan todas por las vías de la encarnación pero es el camino que vuestras almas han elegido. Almas de Luz que han tenido necesidad de vivir la experiencia de la separación con el fin de reforzar su conexión con la Fuente, así es la paradoja de la encarnación que los ha alejado de manera aparente de la Luz pero, al término, los refuerza en vuestra Luz y en vuestro resplandor de alma de Luz. He aquí, querido hijo, el objetivo de la encarnación en este planeta y sobre este universo.

Pregunta: ¿Los sufrimientos son necesarios sobre el camino?
Querida alma de Luz, querida hija, querida hermana, es importante comprender que los caminos de sacrificio deben detenerse un día, los caminos de sufrimiento, tales como los he descrito en las marchas del alma en encarnación sobre este planeta y en este sistema solar, deben un día dejar lugar al regreso a la casa. El regreso a la casa no significa desencarnación sino basta para revelar la Luz que tú eres. Te es pedido instantáneamente, querida alma, abandonar tus oropeles del sufrimiento, abandonar los oropeles de la sombra, con el fin de reintegrar tu herencia divina, con el fin de reintegrar tu Luz. Hay que desarrollar en eso, hay que aceptar en eso que tú eres Luz, que no hay en ti ningún defecto si no es los que tú has aceptado llevar y ponerte a ti misma pues, de toda eternidad, tú eres Luz, de toda eternidad, tú eres Divinidad. Es tiempo de abandonar las tiranteces, los alejamientos de la Fuente, es tiempo de volver a tu casa pues tu lugar está inscrito de toda eternidad en el Libro de Vida. Es importante volver a lanzar a lo lejos lo que los ha alejado de la Fuente puesto que es la hora del regreso ha llegado. Eso es, querida alma. Entonces, ve en paz, acepta tu herencia, acepta tu realidad, tu multidimensionalidad y tu Divinidad.

Pregunta. ¿Puede usted otorgar vuestra protección a mi hijo?
La conducta hoy, querida hija, es importante, saber que cada alma individual debe por sí misma pedir mi protección. Otorgo mi protección a toda persona que la pida. Me es mucho más difícil intervenir y poner mi manto a un alma que haría, yo diría, el pedido, por otra alma puesto que es un camino que se llama la libertad individual y no puedo ir en contra de la libertad imprescriptible de cada alma, no puedo satisfacer el pedido de un alma por otra alma. Es importante hoy que la libertad imprescriptible de vuestra encarnación, de vuestro deseo de regreso a la unidad, o vuestra necesidad irreprimible de experiencia y de encarnación, sean respetados. No hay juicio, no hay pesaje de las almas, hay elecciones libremente iluminadas, libremente consentidas y cada alma es diferente, querida hija, incluso si esa es vuestra descendencia. Es importante comprender que cada alma puede tener deseos diferentes de otra alma: almas que tienen necesidad todavía de experimentar la materia, de experimentar la separación, el sufrimiento y otras almas tienen sed de regreso a la casa. No me corresponde decidir, me corresponde simplemente velar para que cada uno de mis hijos que se vuelve hacia mí se beneficie de mi protección, se beneficie de mi Luz de madre pero no puedo imponer a un hijo que se desvía de mi rostro volverse a mí de volver a mí puesto que son libres-elecciones y su libertad de experiencia de encarnación.

Pregunta: ¿Es preferible orarle con el “yo os saludo María” del catecismo católico?
Querido hijo, esas no son más que fórmulas. Entonces, esas fórmulas repetidas y repetidas poseen el peso de la repetición y pues, efectivamente, han creado canales de comunicación, yo diría, hasta mí. Pero estén seguros que ustedes no tienen necesidad de esas fórmulas, les basta simplemente dirigirse a mí de alma a alma, de corazón a corazón y yo responderé siempre presente. Entonces, exprésense con vuestras palabras, con vuestras intenciones pero no estén apegados a fórmulas incluso si estas han tenido un cierto peso, una cierta realidad porque esta realidad y este peso pertenecen ya a un mundo que se va, a un mundo que divide en capas. Les está permitido, hoy, dirigirse directamente de alma a alma, de corazón a corazón, entonces háganlo, ósenlo. Vuestra libertad está ahí.
Queridos hijos, creo que después de haber recibido las bendiciones de vuestra madre, no puede haber más preguntas, no puede haber más que aceptación, y no puede haber más que comunión. Así, vivamos esta comunión, este compartir la Divinidad. Una vez más sean bendecidos, estén seguros del amor de vuestra madre pero les corresponde dirigir vuestra mirada hacia mí con el fin de beneficiarse totalmente de este amor que es vuestra herencia, vuestra filiación, vuestro derecho. Queridos hijos, sean bendecidos y estén seguros de que mi palabra está cumplida en ustedes. Queridas almas, queridos hijos, reciban toda mi gratitud por vuestra recepción, por vuestra apertura, continúen caminando en este mundo de sombra y de Luz y que, sin embargo, es una creación que ustedes han deseado, experimentado. Retengan bien que, contrariamente a lo que han afirmado algunos hombres que han hecho de las palabras de mi hijo una religión, no hay otro juicio que el que ustedes mismos llevan sobre ustedes mismos, no hay ninguna Luz que los condena a la sombra, no hay ningún ser divino que les impondrá algo que ustedes no deseen. Solo les llegará lo que ustedes deseen y si algo les parece en desacuerdo con lo que desean, no vean ese desacuerdo al exterior sino como un desacuerdo interior, entre vuestra triplicidad, cuerpo/alma/espíritu. Sean bendecidos, mis hijos, y les digo hasta pronto.