ADVERTENCIA

Nada de lo que leas, sin importar dónde está escrito,

nada de lo que escuches, sin importar quien lo dijo,

nada debes aceptar sin previo discernimiento y tú mismo debes decidir su veracidad.

Consúltale a tu corazón que él nunca se equivoca.

Discernimiento: Criterio o capacidad de distinguir los elementos que están implicados en una cuestión, como se relacionan entre sí como se afectan los unos con los otros y como cada uno de ellos incide en el conjunto.

viernes, 27 de abril de 2007

23 de Abril 2007 MARIA

Jean Luc Ayoun

MARIA

23 abril 2007

Yo soy MARIA, Reina de los Cielos y de la Tierra, bienvenida a ustedes en este espacio, queridos hijos. He venido en este período tan importante con el fin de exhortarlos a conservar, más allá de las apariencias, la fe la más importante que sea, la fe la más total en vuestra Divinidad, en vuestra unidad y en vuestra esperanza. Bien amados hijos de la Luz, el período que viene hacia ustedes es un período de revelación extremadamente intenso, un período donde la Luz va a venir a infundir, en vuestras almas y en vuestros corazones, un despertar de conciencia como nunca lo han vivido a título colectivo sobre esta Tierra. Les corresponderá, en los días que vienen y las semanas que vienen, quedar centrados, quedar alineados, quedar despiertos, con el fin de recibir en vuestros corazones la totalidad de la efusión del Espíritu que viene hacia ustedes, con el fin de alinear en ustedes vuestra Divinidad, con el fin de despertar en ustedes vuestra multidimensionalidad. Amaría sobre todo transmitirles mi bendición y sobre todo permitirles mantener vuestra fe a nivel el más importante. No se dejen desestabilizar por los ruidos exteriores, lo importante es vuestra certeza interior de Divinidad, vuestra certeza interior de unidad, vuestra certeza interior de multidimensionalidad.
Queridos hijos, les he pedido insistentemente, mi corazón de madre les pide insistentemente, quedar centrados, no tener en cuenta de los ruidos exteriores y de los acontecimientos exteriores. Solo cuenta vuestra certeza de vuestra Divinidad, solo cuenta, en este período bendito que viene hacia ustedes, una vez más en muy poco tiempo, retener en ustedes la totalidad de las energías del despertar, la totalidad de las energías del amor, la totalidad de las energías de transformación, con el fin de que vuestro templo interior esté listo, con el fin de que vuestra unidad sea realizada, con el fin de que vuestra trascendencia esté asegurada. Poco importan los ruidos exteriores, cualesquiera sean, solo permanecerá vuestra fe, solo permanecerá vuestro amor, solo permanecerá lo que ustedes son realmente. Se les pide insistentemente, mi corazón les pide, el conjunto de seres que acompañan vuestro camino se lo piden, quedar con la mirada y una vigilancia  dirigidas hacia vuestro ser interior, hacia vuestra dimensión espiritual que, solo, está en condiciones de vuestra trascendencia, que solo, está en condiciones de ayudarlos más allá de las apariencias a mantener el rumbo del amor, a mantener el rumbo de vuestra Divinidad y de la esperanza.
Mi presencia, queridos hijos, en este instante y en diversos lugares, está destinada únicamente a eso: a atraer vuestra conciencia sobre el hecho de que vuestro amor, el amor que ustedes son, la trascendencia que ustedes son es la única salida, la única esperanza de vuestro devenir. No corresponde más dirigir vuestras miradas sobre lo que sucede al exterior. Lo importante es lo que sucede en vuestros corazones, lo importante es que ustedes estén en condiciones de recoger, de recibir la totalidad de la efusión de Luz que viene hacia ustedes. No olviden nunca que, cualesquiera sean las dudas que podrían asaltar vuestra Divinidad, todos los seres que los acompañan, incluso los que ustedes no ven, que no perciben, que no sienten por el instante, estarán más que nunca ahí, los rodearán, los amarán, asistiéndolos en ese proceso de elevación tan importante, en ese proceso de transformación que debe asegurar la perennidad de vuestras elecciones, que debe asegurar la perennidad de vuestra Divinidad.
Más allá de las circunstancias mismas de vuestras elecciones, les corresponden, en lo sucesivo, más que nunca, estar confiados. Entonces, queridos hijos, voy a decirles, tengan confianza, dejen irradiar de ustedes la Divinidad, la Unidad, la Luz que son puesto que nadie puede robarles lo que ustedes son, puesto que ningún acontecimiento exterior puede venir a empañar el amor que son. No es más tiempo ahora de buscar en otro lugar más que al interior de sí una solución a los problemas de esta vida en esta dimensión. Se les pide dirigirse hacia vuestra interioridad, hacia vuestra Divinidad, abandonar todo lo que no es esta Divinidad con el fin de recoger y de recibir la totalidad de la efusión del Espíritu Santo, si tal es la palabra que ustedes quieren dar a esta Luz espiritual que viene hacia ustedes. Les corresponderá recoger los frutos de vuestra fe, de vuestra esperanza y de vuestro amor durante este período, con el fin de hacer engrandecer en ustedes la llama de vuestra eternidad, la llama de vuestra Divinidad y de afirmar vuestra solidez interior con el fin de dejar transparentarse lo que ustedes son, con el fin de poder abordar las etapas que vienen hacia ustedes con un máximo de serenidad, con un máximo de solidez y, desde luego, un máximo de amor.
Queridos hijos, yo les ordeno ir hacia vuestra curación, la curación no es una palabra vana, la enfermedad forma parte de vuestra encarnación, ahora bien, las nuevas encarnaciones que les son propuestas, los nuevos modos de multidimensionalidad no pueden dejar el lugar a la sombra, no pueden dejar lugar a las enfermedades, cualesquiera sean. Así, yo estoy de todo corazón con ustedes en este período, estén seguros. Les corresponde abrir vuestro corazón, abrir vuestra oído, abrir vuestro discernimiento interior a mi presencia con el fin de recibir en ustedes el poder de la energía de la madre. Vendré, durante este período, a preparar vuestros corazones, a preparar vuestra unidad, a preparar vuestra recepción a la Luz de mi hijo. He aquí, queridas almas, lo que quería decirles.
Les corresponde quedar serenos, quedar amantes y, desde luego, la paz y la serenidad no se encuentran más que en ustedes, en vuestro ser apaisé apacible, en vuestro ser realizado, en vuestro ser que asume la Divinidad que ustedes son. Entonces, queridos hijos, sean bendecidos y quedaré esta noche, con ustedes, durante los procesos de reajustes que les permitirán avanzar hacia más de Luz, hacia menos síntomas inherentes a esta encarnación, a esas encarnaciones que las han esclavizado al mundo de la materia. Mundo de la materia que debe, él también seguir su transformación hacia la Luz, hacia su aligeramiento, hacia su elevación y su trascendencia y que ustedes deben acompañar, queridos hijos.
Yo no vengo a anunciar, por esto, un fin cualquiera pero sí un despertar a la Luz, pero sí una transformación que va a abrir vuestros ojos, que va a permitirles al fin de este período del mes de María, como ha sido llamado, ver claro, discernir, en toda humildad, en todo amor y en toda unidad, la realidad de quienes son ustedes, la realidad de quienes los rodean, la realidad del mundo que ustedes crean. Sean benditos, queridos hijos. Yo no puedo permitirme asistirlos a través del camino personal que es el vuestro, no vengo más que para ayudarlos a elevar vuestros pensamientos hacia la Luz. Así quedaré entre ustedes esta noche con el fin de completar la bendición que les aporto a través de este trabajo tan poderoso de curación que es elevación del alma, elevación del cuerpo, elevación del espíritu, reunificación del cuerpo, del alma y del espíritu en la Divinidad, en la Luz de la unidad que ustedes son de toda eternidad.
Paz a ustedes, queridos hijos, paz a ustedes, queridas almas, sean bendecidos, sean amados, ámense como yo los amo. Paz a ustedes, yo les digo hasta pronto.