Original
en francés.
http://www.autresdimensions.com
Canalizado: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Susana Milán
http://mensajes-del-espiritu.blogspot.com
http://mensajes-del-espiritu-2010.blogspot.com
audio cortesia de Alicia Botero Toro http://hallegadolaluz.blogstpot.com
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Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Susana Milán
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SANTA TERESA
DE LISIEUX
10 marzo
2012
Hermanos
y Hermanas en humanidad, doy Gracia por vuestra Presencia en este espacio. Yo
soy THERESE, una de las Estrellas, se dice, en resonancia con
PROFUNDIDAD. Yo soy la unión del elemento Tierra y del elemento Agua, el Agua que fecunda la
Tierra, el Agua que entra en las profundidades de la Tierra a fin de vivificarla.
Yo soy también, por haber expresado en numerosas ocasiones la Vía de la
Infancia, la Pequeñez, esa que considera ser una cantidad despreciable y
despreciada, aquí, no es cualquier paradoja querer desaparecer sino porque, muy
joven, en mi última encarnación, después de un experiencia particular vivida en
mi infancia, yo comprendía que había dos mundos. Este mundo donde había seres
como yo, seres para amar más o menos, seres con los que había lazos de carne,
de sangre y después había la religión, algo que era misterioso pero que no era
visible. Para un niño es muy desagradable no poder ver algo de lo que se habla
todo el tiempo, en la familia. Desde el instante en que he vivido mi primer
reencuentro con ese otro mundo, me pareció evidente que esos dos mundos estaban
separados, fuera lo que dijeran los que oficiaban en las iglesias, fuera lo que
dijeran mis padres, mis hermanos, mis hermanas esencialmente, ya que mi hermano
murió muy joven. No pude imaginar jamás otra cosa y pensar otra cosa que, para tener
acceso a ese otro mundo, había como un principio de vasos comunicantes y yo no
podía ser lo que sea, aquí, si quería en mi cabeza de niña, obtener algunos
favores de ese Cielo, para, si era posible, Vivir muy rápido el Cielo. Como he
dicho más tarde, antes de partir de ese lado desde donde me expreso, yo decía
que pasaría mi Cielo haciendo el bien en la Tierra, a través de cierto número
de signos. Muchos seres humanos han podido concretar esos signos.
Desde el inicio de ese día, mis
Hermanas os hablan de este Matrimonio Místico, de esta Alianza Sagrada, de ese
Sacramento Último a la Unidad, a la Verdad, al CRISTO, al Absoluto. Mis
Hermanas os han hablado, a la vez de las condiciones y de las manifestaciones
de esta Onda de Vida, en vosotros. Mi Hermana GEMMA os ha dado incluso, hace un
tiempo, observaciones que mantener de alguna forma, para vivir el Absoluto, ese
Matrimonio, desposar el CRISTO, desposar el Absoluto. La Onda de Vida, como ha
enunciado GEMMA, justo antes de mí, es un movimiento ascendente que viene a
completar un movimiento descendente. El descenso del Espíritu Santo, el
descenso de la Luz ha fecundado la Tierra, ha fecundado vuestra carne, yo
diría, en sus recovecos más íntimos, ahí donde se encontraban, no solamente las
últimas ataduras a la personalidad sino todas las cosas que a nivel de la
humanidad, están inscritas en una noción de pecado (cualquiera que sea la
religión, cualquiera que sea vuestra cultura), ahí se encuentran inscritas las
dudas, ahí donde se encuentra inscrito, no las ataduras sino la aprensión
Última, la de la muerte, cierto: la gran pregunta y el gran enigma. Ir a sus
profundidades, es más bien que aceptar ver, como decía el comendador (ndr: O.M.
AIVANHOV), sus propias Sombras, no meterlas debajo de la alfombra, verlas. Ir a
las profundidades está más allá de eso, es entender que en el Absoluto, todo lo
que a nivel de lo limitado de la persona y de la experiencia de la carne, aquí
en este mundo, puede aparecer como herida, como carencia, como tragedia o como
felicidad, todo esto participa de la misma ilusión, de la misma cosa que
vosotros denomináis y que yo llamo con vosotros, ahora, efímero. Todo eso no
tiene ningún contenido en el tiempo ni en la Eternidad.
La única experiencia que
calificaríais de mística ha tenido la oportunidad de producirse en mí, en la
edad de la infancia y por tanto dejar esa marca indeleble, esa necesidad de
hacerse lo más pequeño de los humanos aquí, repito, para atraerme los favores
de CRISTO. Obviamente, esto me ha consumido: yo me consumí de Amor,
durante mi vida endeble, hasta morir, como sabéis quizá, escaparme de este
mundo, extremadamente joven.
Hoy en este mundo, en el tiempo en
que estáis, no tenéis que consumiros de Amor sino Ser el Amor. Es esta última
etapa de la que os han hablado los Arcángeles, los Ancianos, algunas de mis
Hermanas. Esta última etapa si se puede llamar así, no es un final, es
realmente un Coronamiento que viene a poner fin a todas las ilusiones, incluso
esas que se había esfumado, en tanto que tabú, en todas las profundidades,
inscritas en la carne humana, es decir en el ADN, en lo vosotros llamáis
vuestros cerebros más antiguos. Es pues, algo de lo que no se puede escapar, a
nuestro pesar: esa noción de pecado, esa noción de culpabilidad, esa noción de
debilidad de la carne, de estigma. Aunque en definitiva, todo esto no es más
que una ilusión, participa tanto en la ilusión como la manifestación de la
Alegría. Llega un momento en que cuando aceptáis entrar en vuestras
profundidades (no para ver las sombras, tan ilusorias como lo que podéis ver
más allá): es el momento en que capituláis, es el momento en que rendís las
armas, es el momento en que os volvéis como un niño y que decís, de alguna
forma: “hágase Tu Voluntad y no la mía”. Es el momento en que capituláis ante,
a la vez, la enormidad y lo absurdo incluso de todo lo que es este mundo. Os lo
repito, que esta vida sea la más feliz, la más simple o la más dolorosa, esto
no cambia estrictamente nada la problemática de la Profundidad.
Hoy el Matrimonio Místico viene a
fecundaros. Lo que se casa en definitiva, no es nada más que vosotros mismos:
vosotros mismos en lo efímero, dejando el lugar a vosotros mismos en la
Eternidad. Ese momento remarcable que se os ofrece, porque es uno de los Dones
del Manto de la Gracia, representa el Don del Amor de CRISTO, el Don de
Amor del Absoluto. Ese Don de Amor, corresponde a vosotros agarrarlo
totalmente, como una cuerda que se os da, en vuestro interior, en lo más
profundo de todas las angustias como de todas las alegrías. Ir hasta lo más
profundo, no para discernir lo que es Sombra, lo que es resistencia, sino para
dejar la duda, la aprensión, el miedo, el miedo de esta carne perecedera y
vencerla. No para cualquier voluntad sino, como se ha dicho y repetido, por la
acción a la vez, de la Luz, de su Inteligencia y sobre todo, de ahora en
adelante, la acción del Manto Azul de la Gracia. Porque en ese momento,
viviréis realmente ese Absoluto. Constataréis que hay en vosotros, un estado
diferente de todo lo que ha podido ser experimentado. Constataréis que todo lo
que tenía peso, cuerpo, densidad, no existe ya para vosotros: entráis en las
esferas de la ligereza y esta ligereza no es simplemente Alegría, ni
simplemente un estado de beatitud. Es mucho más que eso y se os ofrece. No hay
ninguna barrera, no hay ningún obstáculo, no hay nada entre vosotros y Eso:
justo la duda. Eso está mucho más allá de las últimas ataduras, ya que es la
Última atadura, no únicamente el miedo de lo desconocido o de la muerte sino el
miedo de la Transcendencia de esta carne perecedera.
La Ascensión se desarrolla para
vosotros que estáis presentes sobre este mundo, en este mundo, en vuestra
carne. Y es esta carne, llamada ilusoria la que se debe Transfigurar, debe
Ascender con o sin esa carne, la más densa. Sin embargo, el Matrimonio Místico
os hace descubrir un pasaje obligado que es el de vuestras propias
profundidades, que no es nada más que la última muerte. Lo que yo he llamado
Puerta Estrecha, la Vía de la Infancia, no es nada más que ese Abandono total
de todo lo que se ha encontrado, de todo lo que se ha vivido, de todo lo que se
ha experimentado. No tenéis nada que retener. Agarraros a la cuerda y agarraros
al Absoluto, es indiscutiblemente soltar todo lo demás. Y quién mejor que el
niño puede realizar esto: volverse como un niño, abandonar toda veleidad porque
no hay nada que conquistar. Abandonar toda experiencia porque no hay nada que
experimentar. Abandonar todo estado porque todos esos estados solo son
transiciones hacia ese Último.
Así la Onda de Vida habiendo roto
las últimas dudas, las últimas ataduras más allá de las ataduras, va a permitir
emerger en vosotros, a partir de las zonas más profundas, a partir del pie, a
partir de esa zona calificada de vergonzosa. Todo lo que ha caracterizado al
primer chakra (a la carne), al segundo chakra (a todo lo que ha caracterizado
al poder), os estalla en la cara. Por supuesto, cuando se es una niña como yo,
se es incapaz de poner las palabras como Júbilo, como Éxtasis y sin embargo. Y
sin embargo, vosotros que tenéis la experiencia, por vuestra vida (de esta vida
que habéis llevado o que lleváis), es exactamente eso. Pero eso indecible
es mucho más que lo que se vive en la limitación. Alcanzar las profundidades,
no es descender. Alcanzar las profundidades es apoyarse en todo para ser Todo,
es no ser más nada, quebrando el impulso de la savia de Vida, quebrando el
impulso de la Onda de Vida, esta Onda estática que asciende y os recorre,
permutando de alguna forma, ese Canal del Éter, esa Vía Sagrada situada a lo
largo de la columna vertebral y que no está ya ni detrás ni delante. No hay más
antes. No hay más después. No hay más detrás. No hay más lo que sea que esta
Onda.
La Profundidad es ciertamente el
último obstáculo, porque la Luz está siempre concebida (y sobre todo cuando uno
es niño), como un ideal, como una perfección, como algo inaccesible en este
mundo y que quizá, será accesible según las acciones realizadas. Es así como lo
comprendía de niña: todas esas nociones de duda, de prohibido, de pecado, todas
esas nociones limitantes, frustrantes no existirán más una vez liberada de la
carne, en los brazos de CRISTO. Entonces a pesar de que esto sea las
representaciones para mí, esto me ha permitido realizar mi Pequeña Vía, esto me
ha permitido vivir con toda serenidad el hecho de dejar este mundo. Aunque,
todavía atada, en sentido profundo, a lo que quedaba de mi familia, a mis
hermanas, a CRISTO, yo he franqueado ese paso, el de superar este miedo, porque
desde el instante en que superáis el miedo, desde el instante en que superáis ese
choque donde os dicen, donde sentís que vais a desaparecer, os dais cuenta en
ese momento, que cuanto más desaparecéis, menos desaparecéis, que cuanto más se
apaga todo, más se enciende todo y es solamente en ese momento cuando la Onda
de Vida puede efectivamente atraparos y maravillaros. La muerte, en ese
momento, no es en absoluto ni para temer ni para proyectar.
La desaparición de lo efímero,
conservando por el momento, esta forma que tenéis, debe ser, al contrario mucho
más fácil pero es el mismo sentimiento, el de la duda, el de esa última atadura
a la carne, a lo que es perecedero, esto es lo que la Onda de Vida viene a
realizar. Entonces, esto no os pide una armadura de guerrero, no os pide
batiros y tampoco debatiros, simplemente os pide pasar a través, sea la que sea
la forma. Esto os pide simplemente asentir a la Luz, asentir al Absoluto,
asentir a CRISTO, sea lo que se manifieste en vuestra conciencia, sea lo
que se manifieste en este cuerpo, sea lo que se manifieste en la personalidad o
incluso en aquél que contempla la Luz. ¿Qué arriesgar? ¿Qué temer? El Absoluto
es todo. Es Amor. Es Luz. Este mundo no lo es. Todos, en encarnación, ya sea el
peor de los asesinos, ya sea la Vía de la Infancia, ya sea vuestro camino que
es personal, todos, sin ninguna excepción, digo bien sin ninguna excepción,
tienen la misma capacidad de atravesar, no podéis juzgar un camino porque ese
camino es personal es diferente y todos los caminos, en definitiva, solo pueden
llevar al Absoluto y a la Eternidad.
Comprender esto, es aceptar incluso
las propias dudas, no para darles más peso, más realidad, no para atarse sino
más bien, para verlas por lo que son: cosas que pasan. Como os han dicho mis
Hermanas, un pensamiento puede pasar. Entonces cuando oráis, cuando meditáis,
podéis tener pensamientos sanos, más pensamientos o muchos pensamientos, pero
importa poco. Porque si tomáis también, el tiempo de plantearos, incluso la
contemplación de la Luz (en lo que nuestros Hermanos y Hermanas llaman el Sí,
como los Arcángeles) entonces, en el Sí Luz, como en el Yo-Sombra, hay una
Transcendencia. Hay una Transcendencia desde el instante en que todo sentido de
todo Yo, de todo placer o de todo displacer os hace no reflexionar sino
entender, de alguna forma, su absurdez incluso porque lo sabemos todos, en este
mundo ningún placer es eterno, ningún displacer es eterno, ninguna vida es
eterna: todo pasa por ciclos, todo pasa por experiencias. Entonces ¿qué
experiencia puede alterar realmente, este otro mundo que es perfecto, que es el
Amor, la Gracia que está lleno de Ángeles, de Seres de Luz?
Desde ese instante, el Manto Azul de
la Gracia va a actuar en vosotros. Porque os va a dar, no la confianza ni la
esperanza sino os va a hacer vivir realmente, a ver (interiormente y en
profundidad) lo absurdo, lo absurdo total de todo eso que no es Amor. El Amor
no es la duda. El Amor no es ni el sufrimiento ni el placer. El Amor no es la
Alegría. Es mucho más que todo eso. El Amor es la naturaleza misma de lo que
somos todos nosotros, sin ninguna excepción, cuando todos los Yo de apariencia,
cuando todos los Yo que contenemos (o rechazamos) se borran, porque aparecen
como lo que son, absurdeces. Pero esto no los relega como para rechazarlos,
como para descartarlos en nuestro camino de Luz, sino más bien para comprender
que finalmente y en definitiva, no hay ni camino, ni Sombra, ni alegría, ni
pena porque todo esto procede de lo efímero. Esta sed de Eternidad, esta sed de
Unidad, repito, está también inscrita en toda conciencia, sin ninguna excepción,
a partir de la partícula más elemental hasta todo el Universo, los Multiversos,
las Dimensiones. Este principio es el mismo, inmutable, no cambado desde toda
la Eternidad, en todo lo Creado y en lo Increado. Esto es lo que somos. Por
supuesto, ir a las profundidades, no es ir hacia la negrura, es no ir hacia los
infiernos otros, que aquél en el que todos hemos sido encerrados, es ir al
reencuentro del Absoluto: Transcender el Sí, Transcender el Yo-Sombra o el Sí
Luz, ir hacia ese indecible, vivir ese indecible, porque desde que hay
reencuentro, ya no puede haber pérdida, ya no puede haber separación.
Todo lo que es verificado y realizado en ese momento, os sitúa definitivamente
con el CRISTO, es decir “en este mundo pero no de este mundo”. Las
ilusiones desaparecen, solo queda la certeza de este Absoluto, la certeza
de este Inefable Éxtasis. Tal es el Matrimonio Místico. Tener la
conciencia, incluso si esto no se ha vivido aun por la Onda de Vida, procura la
certeza de que cuando llegue el momento, momento Último de este mundo, lo
viviréis. Entonces efectivamente, no hay nada que temer. Solo lo que vuestra
conciencia pueda proyectar (sea en la persona como en aquél que contempla la
Luz), tiene el mismo juego y el mismo rol: distanciaros, de alguna forma, de
vuestra naturaleza y de vuestra Esencia. Pero cuando descubrís la Verdad, esa
que el Arcángel ANAEL llamaba Verdad Absoluta, no podéis ser más que el
Absoluto. No podéis ser nada de lo que pasa, nada de lo que nace, nada de lo
que fallece, no podéis ser nada de lo que creéis, de lo que definís. Vosotros
no sois ninguna de vuestras proyecciones. Vosotros no sois ningún tiempo, ni el
pasado ni el futuro. Vosotros no sois ningún espacio y sobre todo, ninguna
forma.
Vivir el Absoluto os hace vivir la
ausencia de límites, incluso si la conciencia está aun inscrita en una forma,
sea la que sea. Vivís la conciencia de que esto es un tiempo y que ese tiempo
no es la Eternidad, aun menos el Absoluto. Entonces, en ese momento, como os
han dicho ya mis Hermanas, encontráis la Paz, porque sois la Paz. Encontráis la
Felicidad porque sois la Felicidad. Sois a la vez lo que está en alto, lo que
está abajo: no hay diferencia. El Matrimonio Místico está consumado. Ha
consumado por el Agua de Vida, el Fuego de vuestro Corazón. En ese momento no
sois ni el Fuego, ni el Agua, ni el Aire, ni la Tierra. Os habéis transformado
en el Éter, lo que subyace los mundos, las Dimensiones, las manifestaciones, lo
que está presente por doquier, absolutamente por todas partes.
Los tiempos de la Gracia, el Manto
Azul de la Gracia que se derrama en vosotros, que es vosotros, es de alguna
forma este impulso Último, esta Llamada apremiante de la Luz a vivir al fin,
vuestra Naturaleza y vuestra Esencia, a no interesaros más, simplemente en lo
que es superficial, en las actividades de vuestro cuerpo o de vuestros
pensamientos, aunque por supuesto, esto no os dispensa en algunos casos, de
realizar vuestras actividades ordinarias. Sea lo que haga la Luz, de todas
formas, siendo Absoluto, nada puede alterar el Absoluto. Lo que podáis hacer o
lo que no podáis hacer, la Luz provee todo. Si supierais cuanto me ha
sorprendido esta frase, en mi infancia y cuantas veces me la he repetido (en
los evangelios, cuando el CRISTO decía): “¿se preocupa el pájaro por lo que va
a comer mañana?”. Y siendo niña incluso, me decía: “pero el pájaro no es
humano, el pájaro no ha construido todo lo que hemos construido los humanos. Y
por tanto el pájaro en su despreocupación ¿estaría mucho más próximo a la
Verdad?”. Hace muchísimo tiempo, desde mi acceso a lo que soy, comprendía que
esta frase era la estricta Verdad. Por supuesto, algunos pueden vivir esta
frase por voluntad del ego pero no es de esto de lo que yo hablo. De lo que
hablo es la Vía de la Infancia, es decir, que en este momento, en la infancia,
está la despreocupación, la espontaneidad. Hay lo que todavía no ha sido
atrapado por las obscuridades (así llamadas) de este mundo, por la carne, por
los afectos, por las heridas. La Onda de Vida hace de vosotros, o hará de
vosotros, seres de Verdad y de Absoluto, regenerados por su propia naturaleza.
Recordad mis palabras. Cualquiera que sea la Onda de Vida que os recorra, o no,
lo viviréis. Solo la duda puede frenarlo pero no puede extinguirla porque nada
puede extinguir el Absoluto. Nada puede sustituirlo. Entonces, mi forma de
llevar la Onda de Vida, a vosotros, no emplea palabras como puede emplearlas mi
Hermana GEMMA pero no importa. Si penetráis más allá de las palabras, más allá
de una comprensión, vivís la Esencia de lo que yo os digo, o lo viviréis. No
hay tiempo. Lo que se realiza en este momento mismo, sobre la Tierra, es la
Ascensión de la Tierra. Pero por eso no conocéis la verdad o la realidad, en el
arreglo de este tiempo ilusorio donde estáis. Siempre os hemos dicho y sobre
todo los Ancianos, que habíais obrado para aligerar el fardo de duda, del
sufrimiento, de la prueba, porque muchas cosas se han realizado y os damos
gracia por lo que se ha realizado. Pero hoy, la Ascensión de la Tierra es real
y efectiva. Entonces el ego, la persona, se planteará siempre la cuestión de
saber si va a haber 3 días, si va a haber la Llamada de María. Pero ¿qué más
bella Llamada puede existir que aquella del Don de la Gracia a vosotros mismos,
mucho más allá de María, más allá de CRISTO, más allá de nuestra
presentación? Si el Manto Azul de la Gracia (que marca el Despertar de la
Tierra, su Eternidad) puede evitar todo lo demás, entonces, que así sea. Por
qué querer imaginar, proyectar, pensar que todo esto va a ser difícil, que la
Puerta Estrecha es una Puerta difícil de franquear. Es difícil de franquear
para el ego, para la persona, con todo lo que obstaculiza, todas las ilusiones,
todas las Creencias, todas las certezas también. Pero la Onda de Vida aligera
vuestro fardo. Viene a liberaros de todo esto. Vosotros no sois la duda. No
sois ningún límite posible. Sed Simples. Sed esta Infancia. Y el Reino de los
Cielos será vuestro porque no hay otro Reino, no hay otra Verdad. La Onda de
Vida que yo os transmito, a través de estas pocas palabras, es también
testimonio. Pero yo doy testimonio ¿de qué y de quién? Simplemente de vosotros,
de cada uno de nosotros, de lo que somos en Absoluto. He aquí lo que la
Estrella PROFUNDIDAD tenía que daros: otra faceta de vosotros mismos, de ese
prisma perfecto, de ese Absoluto total.
En general, yo prefiero
realizar mis milagros (como los he llamado, más aun, yo diría) a título
individual. Cuando un alma, un cuerpo, cuando un espíritu o cuando una persona,
sin ninguna creencia me pide, entonces respondo siempre con la rosa. Esto lo
sabéis todos, aquellos que os habéis interesado en mi corta vida. No hay
condición de creencia, no hay condición ninguna. Yo intervengo desde el
instante en que la Comunión puede establecerse. No hay ninguna condición
limitante en la demanda. Solamente hay lo que es, de alguna forma, el tiempo de
su demanda, para volverse como un Niño que se dirige a otro Niño, más allá de
cualquier prejuicio, más allá mismo de la demanda en sí, de su satisfacción.
Hoy, las Bodas Místicas, esas Bodas de Luz que vivís, os llevan a vivir estados
no ordinarios en su fase de instalación. Guardáis el recuerdo de vuestras
deslocalizaciones, de vuestros sueños (que no son sueños) sino lo que pueden a
veces, ser proyecciones sobre un ideal, sobre lo que podría ser la Onda de
Vida, eso en lo que ella va a cambiar de manera definitiva, alguna cosa. Todos
los acercamientos son a la vez enfados y dudas. Id cada vez más hacia la
Simplicidad. No tenéis nada que reivindicar, porque Sois, desde toda la
Eternidad. No tenéis nada que pedir, de hecho, porque sois el Todo. Desde que
os acercáis a este estado de Gracia, también estáis en Comunión. Mientras sea
con una personificación de Thérèse, sea con una Estrella, sea con un Ser de
Luz, ilustre desconocido en este mundo, el principio es el mismo. Solo hay la
parcela limitada que busca identificar, nombrar, dar un nombre a una forma que
de hecho, no tiene forma. Esto es la lógica humana: no hay que rechazarla,
solamente hay que estar lúcido y verdaderamente entender que no sois nada de
todo esto.
Pregunta: de dónde viene la
impresión, en un sueño, de vivir realmente otra vida?
Hermana mía, pienso que muchos
Ancianos, en particular orientales explicarían mucho mejor que yo, esto. Hasta
el presente, y de lo que yo he comprendido también (y de mi vivencia en el
Absoluto), aquí en este mundo, tenéis la conciencia ordinaria, la que realiza
vuestras ocupaciones más simples, como las más complejas. Tenéis una conciencia
llamada de sueño que es, de hecho, una ausencia de conciencia. No
estáis más en este mundo. No sois tal persona. ¿Dónde estáis ? Y después
en ese sueño, en esta a-conciencia, hay momentos de sueño. Cuando salís del sueño, por la
mañana, hasta el presente sabéis que habéis soñado. La particularidad de esos
tiempos, es que cualquiera que sea el sueño, no sabéis ya cuando soñáis.
¿Soñáis cuando estáis despiertos o soñáis cuando soñáis? Yo os responderé en
los dos casos: “no sois ni lo uno ni lo otro”. Entonces puede ser desorientador
para el ego, para la persona e incluso para el Sí, porque hay un balanceo, de
alguna forma. ¿Qué es lo real? ¿Qué es lo irreal? Hasta el presente, el sueño aparecía
como irreal y, para algunos de vosotros, la forma de haceros soltar vuestras
últimas dudas, es hacer vuestros sueños más vívidos que vuestra vida, para
daros cuenta de que el uno como el otro, de hecho, solo son una ilusión, una
proyección. Así actúa la Onda de la Gracia. Ella os prepara.
Ciertamente, también están los mecanismos de deslocalización. Entonces cuando volvéis, el cerebro
os va a devolver imágenes. Por ejemplo, estabais en una nave: os va a hacer ver
un barco, un avión, un coche. Encontráis seres que conocéis en este mundo y los
reconocéis, pero no son los mismos. Cierto que no son los mismos. Y eso no son
sueños tampoco, hasta el momento en que guardéis la continuidad de la
conciencia. No habrá más alternancia de despertar, en el sentido de la
conciencia de vigilia y de sueño. No habrá más diferencia entre el sueño y la
realidad ordinaria, porque los dos son la misma ilusión. Seréis
lúcidos. Es eso lo que se prepara. Algunos
Hermanos y Hermanas llamados, creo, primitivos, dicen que este mundo llega a su
fin, que el tiempo del sueño toma fin y que en efecto, el sueño era creer en
esta vida. Tanto es así, que no sea una pesadilla. Pero incluso el más bello de
los sueños no es la Verdad.
Pregunta: hay un trabajo que hacer
para acompañar la Ascensión de la Tierra?
Sobre todo no acompañar nada. Sobre
todo no hacer nada. Sobre todo no querer nada. Porque nada de lo que puede ser
emprendido (por la personalidad, o por el Sí) puede conducir al Absoluto.
Contentaos con Ser, con vivir lo que la Vida os trae, en lo efímero, estando
consciente de que no sois eso. Estando lúcido sobre todo de lo que hemos dicho,
desde hace semanas. Todo lo demás se establecerá por sí mismo.
No tenemos más cuestiones. Os damos
las gracias.
Queridos Hermanos y Hermanas en
humanidad, no tengo nada más que añadir sobre la Onda de Vida. No tengo nada
más que añadir sobre la Profundidad. Os doy las gracias por haberme permitido
expresarme entre vosotros, haber vivido con vosotros lo que algunos de
vosotros, aquí, ya vivís en Verdad. Y os digo: no, no soñáis. No, no proyectáis
nada. No, no imagináis nada. Es la Verdad estricta de lo que Sois: ese
Absoluto, ese incalificable Amor. Sois la Onda de Vida y yo os aprieto a todos
sobre mi Corazón que es vuestro Corazón. Hasta pronto.