Original en francés.
http://www.autresdimensions.com
Canalizado: Jean Luc Ayoun
Transcripción: Véronique Loriot
Traducción: Susana Milan
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http://mensajes-del-espiritu-2010.blogspot.com
audio cortesia de Alicia Botero Toro http://hallegadolaluz.blogspot.com
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Transcripción: Véronique Loriot
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HERMANO
K
17 marzo
2012
Soy
HERMANO K. Hermanos y Hermanas, permitidme transmitiros mis homenajes por
vuestra Presencia. Se me pide hoy, por la Asamblea de Ancianos, daros ciertos elementos con mis palabras
que siguiéndolos, quizá pueden permitiros, seguiros a vosotros mismos, para
descubrir lo que Sois.
He tenido la ocasión de expresarme
sobre la Libertad, sobre la Autonomía, sobre lo conocido y lo Desconocido. En
mi vida encarnada precedente, en esta Tierra, viví muy joven un choque. El
choque que hace sacudir las estructuras mismas de la vida en la persona y (lo
más frecuente cuando se trata de una pérdida) una pérdida vivida, por supuesto,
como un drama. Es a menudo en estas condiciones que hay como una alucinación de
la vida misma: una parada, un sobrecogimiento. Un dolor indecible que de un
golpe y uno solo, cambia lo que yo llamaría vuestra relación con el mundo,
vuestra relación con la vida y de alguna forma, vuestra relación con la vida.
En los días y semanas y los meses que han seguido el choque que he vivido (y
que es personal), meditando sobre el sentido mismo de este choque, de su
significado y de su relación con mi propia vida, de un golpe, de uno solo, el
lugar donde estaba (que miraba como una forma de ensoñación), ese paisaje, esta
naturaleza maravillosa que yo observaba se ha transformado completamente. Se ha
hecho Viviente, como animado de un aliento diferente que el que me era dado
contemplar con mis ojos. Todo se ha animado, todo se ha hecho (y no encuentro
palabra mejor) Viviente. El instante anterior, lo que yo encontraba simplemente
bello y majestuoso fue entonces considerado como muerto. Y sin embargo, tuve
que rendirme a la evidencia: lo que observaba estaba allí pero era portador de
cualidades diferentes. Mi introspección, mi meditación de entonces, me ha hecho
dar prioridad, no tanto en el sentido de la experiencia, que es incomunicable,
ni incluso expresable en palabras o por cualquier arte. Esta experiencia que yo
calificaría enseguida de indecible, no podía ser comunicada de ninguna forma.
Porque lo que es desconocido, en toda vida (por ejemplo, la forma en que
coméis), podéis expresarla, pero nadie puede comer en vuestro lugar, nadie
puede ver a través de vuestros ojos. Sin embargo todo el mundo ve y todo el
mundo come. Y aunque las circunstancias de estos actos puedan tomar un color
diferente para cada ser, se trata fundamentalmente de los mismos actos, de las
mismas funciones para cualquier humano. Ahora, en lo que pasaba, en lo que se
desarrollaba, existía un elemento estrictamente desconocido, que me ha hecho
salir, de alguna forma, de lo conocido. Y sin embargo, viviendo esto, por mi
calidad de introspección que era mía, yo captaba enseguida que jamás, podría compartir
esta experiencia transcendente. Que jamás podría con palabras, compartir lo que
había vivido.
Entonces, comprobaba que la única
cosa que era posible, en ese momento (gracias a esta facultad de
introspección), era describir de alguna forma, los medios que me iban a poder
permitir ver más allá de lo que se veía, al otro lado del Velo, ir de lo que es
conocido a lo que es Desconocido. Y puesto que esto era la consecuencia (para
mí, como para todo ser que vive esto), vivir la Libertad, la Autonomía y lo que
yo he llamado recientemente, la Responsabilidad. Primero, lo que he vivido era
completamente independiente de cualquier referencia a un pasado, de cualquier
referencia a mi propia vida anterior, de cualquier referencia a la mínima
proyección, sea la que sea, al mínimo deseo. El instante antes, no estaba ahí.
El instante después, estaba ahí. Y ese instante después ha transformado
radicalmente lo que yo era. Ha habido efectivamente, un antes y un
después. De igual forma que el traumatismo de pérdida enorme que yo había
vivido se había inscrito como un antes y un después. Un antes donde no había
perdido nada. Y un después en que tenía el sentimiento profundo de pérdida, de
sufrimiento, de duelo. Ahí, de igual forma, saliendo de eso conocido habitual, se
me ha concedido vivir (sin buscarlo, cierto) algo que no tenía nada que ver con
el campo de experiencias habitual del humano, sea en lo ordinario, como en lo
espiritual. Lo que era más notorio, es que en ese momento, mi relación con el
mundo, mi relación con otros, fue infaliblemente y radicalmente transformada.
Todo lo que percibía, todo lo que vivía tenía una tonalidad, un color, una
impregnación que no correspondía en absoluto a nada de lo que los sentidos
pudieran procurar, a nada de lo que el intelecto pudiera procurar, o que
incluso las emociones pudieran procurar.
Estaba pues cara a eso que yo
denomino hoy, ese Desconocido que por supuesto, se ha convertido en mi
naturaleza, como está a punto de convertirse en la vuestra. Pero toda mi vida,
a causa de ese choque inicial, he comprendido y captado y tratado de
transmitir, lo mejor posible, que este Indecible, que ese Desconocido solo
podía manifestarse y ser (estando siempre aquí) desde el instante en que lo
conocido desaparecía totalmente. Entended bien que no era cuestión de renegar
de lo que sea, sino más bien de vivir algo diferente sin buscarlo y yo he
analizado las circunstancias de la inteligencia de la relación que yo trataba
de llevar (en la mayoría de mis conversaciones) la Conciencia de mis Hermanos y
Hermanas sobre lo que podía representar, obstáculos sobre la manifestación de
lo que estaba ahí, desde la Eternidad, desde cualquier tiempo, pero que
simplemente, los mecanismos particulares, inscritos en la persona, impedían
literalmente que se viviera. Yo he entendido que toda relación debía ser libre
y que toda relación que estaba inscrita en una dominación, en un poder, en una
organización (ya fuera la más lógica: social, espiritual, familiar) no
permitiría jamás vivir esto. Que en tanto existiera la persistencia de lo
conocido, mientras que la persona mantuviera eso conocido (incluso en sus
aspectos más agradables, más encantadores, los más amorosos, se podría decir),
ese Absoluto no podía penetrar o no se podría de alguna forma, dejarse penetrar
por ese Desconocido. Yo comprendía también, que la relación no tenía que ser
rota, no tenía que ser negada, que ser denegada más bien, realmente (y no hay
mejor palabra), que ser transcendida. Mientras que estéis encerrados en una
relación, sea la que sea, ya fuera la más bella, no podéis descubrir lo
Desconocido. Porque la relación por esencia, está siempre basada en una
necesidad de confianza, en una necesidad de amor, en una necesidad de certezas.
Pero el conjunto de estas relaciones no son Libres. Dan la impresión de
libertad, sucedáneo de la libertad, sucedáneo del amor, pero no os permitirán
nunca (en su realización más total), vivir lo Desconocido y vivir la Libertad.
No hay pues, fundamentalmente, relación libre. La única verdadera relación es la
que se establece mucho más allá de la persona, más allá del alma, más allá del
espíritu, más allá de cualquier discurso que pueda haceros creer en la
existencia de relaciones entre las almas, entre espíritus, entre las
Dimensiones, o entre vosotros y cualquiera otros. Yo vine en ese momento, a
disolver mi pertenencia a cualquier organización. Porque desde este instante,
yo he entendido que ningún movimiento, ninguna organización, ningún grupo podía
realizar esto, porque todo esto no podía inscribirse en nada conocido, nada
organizado, nada estructurado o sistematizado.
Lo Desconocido no puede acomodarse a
nada conocido. Mientras que haya conocido, hay persistencia en este mundo, en
esta persona, sea el que sea el sabor, sean las que sean las experiencias, sea
el que sea incluso el lado agradable o bello. Lo conocido no conduce jamás a lo
Desconocido. Es por tanto, algo de lo que es necesario deshacerse y hay que
deshacerse ya de cualquier relación. Entended bien que no os pido con esto, o
no os aconsejo, de ninguna forma, de romper o fragmentar cualquier relación que
sea, sino más bien transcenderla, más allá de todo sentido de organización, más
allá de todo sentido de propiedad o de apropiación. La Libertad, la Autonomía,
la Responsabilidad, el Sí solo puede establecerse desde el instante en que
habéis roto, incluso en los mecanismos de vuestro pensamiento, todas las
ataduras, a cualquier religión que sea, a cualquier persona que sea, a
cualquier identidad que sea. No podéis pretender ser Libres sin Liberaros verdaderamente.
No podéis encontraros siendo Desconocido, manteniendo lo conocido, sea lo que
sea. Cualesquiera que sean los nombres que puedan dar diferentes corrientes
tradicionales e iniciáticas, incluso en su justeza de las palabras, nada podrá
permitiros vivir lo Desconocido, mientras que estéis en lo conocido. Porque por
definición en este mundo, todo lo que os es conocido pertenece necesariamente a
una reproducción, a lo efímero, a algo que pertenece a una convención, sea la
que sea. Convención que se inscribe necesariamente en la dependencia afectiva,
social, familiar y que jamás os permitirá vivir la Independencia. Los poetas
han dicho: “Vuestros hijos no son vuestros hijos”. Es la verdad estricta.
Mientras que exista en vosotros un sentido de propiedad, un sentido de atadura
a lo que sea, a algún concepto, no podéis pretender lo Desconocido, la Libertad
y aun menos la Liberación. Entended bien (y ahí está la paradoja o, si se puede
decir, la aparente dificultad) que no hay por tanto nada que rechazar, nada que
romper, si no es en vosotros mismos, a nivel de lo que concebís, de lo que
creéis, de todo lo que se ha experimentado. Nada Desconocido puede revelarse
mientras que estéis instalados en lo conocido. Ninguna Libertad puede aparecer
mientras que vosotros mismos no seáis Libres. Ahora, la experiencia que yo he
vivido, ese acceso a lo que era Viviente, es la Libertad. Porque esto Es, desde
toda la eternidad, independientemente de cualquier circunstancia,
independientemente de toda mirada, independientemente de cualquier persona.
Yo he sido por tanto, llamado a
expresarme ampliamente (bajo forma de imágenes, a veces), teniendo que decir y
expresar que jamás ningún otro ser humano podrá haceros vivir eso Desconocido
(porque es un recorrido individual, más allá de la persona), que no podía
existir ningún salvador externo, que no podía existir ninguna opinión externa a
vosotros mismos y que desde el instante en que se establece una relación (en lo
conocido, de pareja, de maestro a alumno), no puede haber Libertad. Por
lo tanto yo afirmo y reafirmo hoy, que no hay ningún gurú, ningún maestro,
ningún ser que os pueda conducir a la Libertad y a la Liberación. Solo hay
resonancias (en una relación la más libre posible) que pudieran llevaros a
reconsiderar lo que vosotros llamáis la libertad, la liberación, lo que
vosotros llamáis lo conocido. Podéis como dirían otros Ancianos, eliminar (sin
rechazar) de vuestra cabeza, todo lo que es conocido. Lo Desconocido no puede
encontrarse. No hay pues, solución de continuidad y toda la trampa de la
persona está aquí: es creer que la Luz, al impactarse sobre las Estrellas,
sobre las Coronas, os va llenar y transformar cualquier cosa en vosotros. Es
imposible. Eso ha sido una etapa. Pero vivir la Libertad y la Liberación, es
abandonar mucho más que la persona. Es abandonar incluso la Luz que se vive
como exterior.
Ser Luz no es llenarse de Luz. Ser
Libre no es evocar la Libertad. Es captar lo que no es. De igual forma, el
Absoluto no puede ser comprendido. Solo puede ser aproximado a través de lo que
no es. Igual que ha habido en mi choque (que también es el choque de cada uno)
un antes y un después, hay efectivamente un Pasaje. Ese Pasaje no puede ser
decidido en lo conocido. Requiere, más allá del Abandono a la Luz, un Abandono
del Sí y de la persona, enteramente. Lo que no es por eso un suicidio o el
hecho de renegar de lo que sea, sino más bien estar en una lucidez nueva,
aceptar que no puede haber ninguna autoridad, ningún ser, ningún gurú, ningún
dios, ninguna circunstancia que pueda llevaros a lo que Sois vosotros. Repito,
solo alejando de vuestra conciencia todo lo que es consciente, todas las
experiencias, es como en definitiva superaréis incluso, la conciencia del Sí.
Desembocando sobre lo que nosotros podríamos llamar de diferentes formas el
Todo, el Absoluto “Yo y el Padre somos Uno”, o aun el Brahman y el Parabrahman
o si lo preferís, el fin de lo conocido.
Existirá siempre, en toda relación,
un guarda fuego. Ese guarda fuego está siempre inscrito en relación a una
norma, a una regla. Yo afirmo como afirmaba durante mi vida, que ninguna regla,
que ninguna forma, que ningún límite puede mantenerse en lo Ilimitado. Que
ninguna definición que ningún concepto y que ninguna percepción incluso
(habitual, sensorial) no puede definir lo que no entra en ninguna definición. Y
por tanto, es ahí donde está la Verdad, la Eternidad y contiene exclusivamente,
lo que Sois vosotros, lo que nosotros Somos. La Libertad se inscribe en una
relación totalmente nueva, despojada por supuesto, de toda atadura, de todo
rol, de toda función incluso, y sobre todo de cualquier voluntad inherente a la
persona. No hay obstáculo a esta Libertad más que la voluntad de bien, que la
voluntad de organizar, de estructurar esta experiencia. No hay peor obstáculo a
lo Desconocido que lo conocido. No hay mayor resistencia que lo que vosotros
creéis ser en vuestro conocido: nada, vida, experiencia, historia personal,
leyenda personal. Todo aquello que contenéis, os contiene de manera inexorable
y definitiva. Hay que aceptar pues, como decía nuestro Comendador (ndr:
O.M.AIVANHOV) soltar, no retener nada más, hacer frente al vacío de lo
conocido, para vivir lo lleno. No podéis estar llenos con cualquier conciencia,
de lo que os debe llenar y ser lo que vosotros Sois.
El transcurso de la relación (sea la
que sea esta relación) debe ser concebida como un transcurso de Libertad y de
Liberación total. El Amor es esta Libertad. El Amor es esta Liberación. No está
en la proyección de lo que sea al exterior del ser, aunque sea seductor, aunque
sea reafirmante, aunque pueda parecer llenaros. Reflexionad: ¿por qué en una
relación de pareja ordinaria habría necesidad de recomenzar algo que os
llenaría de manera definitiva (sea mirarse, hacer el amor)? Cualquiera que sea
el acto que emprendéis, con otro o u otra, hay necesariamente una reproducción,
porque hay efectivamente necesidad de llenar lo que está vacío en vosotros.
Ahora, llenáis con algo que no os llenará jamás. Ninguna relación de lo
conocido, ninguna relación con otro ser, podrá jamás llenaros, de ninguna
manera, porque vosotros estáis ya llenos. Ahí está lo que podría aparecer como
funesto o triste. ¿Cómo es que (por ejemplo en el paisaje que se ha desvelado a
mí), habría podido no estar ahí, el instante antes? Lo que ha cambiado es mi
visión, más allá de cualquier percepción y de cualquier visión incluso ocular.
Pasar de lo conocido a lo Desconocido no puede realizarse mientras que
mantengáis lo que sea de conocido. Como decían ciertas enseñanzas en el pasado:
“si tú encuentras a Buda, mátalo”. El maestro solo sirve para eso: para que lo
matéis. Toda relación está condenada al fracaso mientras permanezcáis en lo
conocido, incluso se llena toda vuestra vida. ¿Qué quedará en el momento de la
partida? ¿Qué me ha quedado cuando he perdido, joven, lo que tenía más querido
a mis ojos: el vacío, el abatimiento. Y es en ese anonadamiento donde nació (en
fin, yo lo creía) lo que estaba ahí, desde la Eternidad. De alguna forma, yo he
transcendido lo conocido, estupefacto ante lo Desconocido de esta muerte que me
había tomado lo que tenía más querido, para descubrir que en efecto, ninguna
relación en lo conocido, podía satisfacer lo que sea.
Fue pues mi responsabilidad, en ese
momento, como lo es hoy, atraer vuestra atención, vuestra conciencia, de que
nada de lo que os es consciente, de que ninguna relación presente con otro, o
incluso en el interior de vosotros, en las diferentes partes de la persona, que
ninguna lógica, ningún marco de referencia, ninguna acción puede llevaros a lo
Desconocido. La Acción de Gracia, ese Matrimonio místico solo se realiza en
definitiva, con nada más que lo que se podría llamar, vosotros mismos en otro
nivel (el doble, si lo preferís). Es el momento en que el complejo que se ha
llamado yo creo, inferior (el cuerpo físico y sus envolturas sutiles), se casa
con el complejo, si lo podemos llamar así, más allá de lo conocido, lo
Desconocido, más allá mismo del cuerpo de Êtreté, más allá mismo del Sí. Por
supuesto, muchos seres humanos viven hoy el acceso, lo llamaré así, al Sí: la
realización del Sí. De manera totalmente inopinada, de manera totalmente feliz
o también, a veces después de un sufrimiento. Pero incluso este Sí, cualquiera
que sea la ligereza que procure, no es la Verdad. La única Verdad es esa que no
podéis imaginar, concebir, percibir y ni siquiera sentir. El Absoluto está más
allá de cualquier percepción y de cualquier sensación y sobretodo más allá de
cualquier proyección, de cualquier relación, porque todas las relaciones se
convierten en no-ataduras. El Matrimonio místico, tal como yo lo he vivido
mirando ese paisaje, va mucho más allá de la simple comunión de lo que se vive,
pero os hace realizar la ausencia total de distancia entre lo que creíais ser
antes (una persona) y el paisaje mismo.
Durante mi vida yo decía, al que me
interrogaba sobre esta otra orilla, que yo no le podía hacer atravesar. Solo él
podía constatar por sí mismo, lo que era la otra orilla. Es lo mismo hoy.
Ninguna afirmación, ninguna experiencia en lo conocido (incluso a través del
camino Vibratorio o energético, que habéis vivido, o no) puede llevaros a
esta otra orilla. Porque existe en lo que se llama la vida en este mundo, en la
persona, sea la que sea, un principio que no es cuestión discutir, la existencia
de lo que yo llamaría, el principio de supervivencia. Este principio de
supervivencia inscribe una forma de perennidad ilusoria en el cuerpo. Si la
mano se posa en algo que está caliente, independientemente de vuestra decisión,
la mano se retira para evitar la quemadura. Esos mecanismos de supervivencia
son perfectamente conocidos. No son pues lo Desconocido y no conducen en
absoluto a lo Desconocido puesto que son incluso, el guarda fuegos que os
impide, de forma muy lógica, acceder y Ser ese Desconocido. La relación justa
es una relación que se hace impersonal y que lo es porque en el Sí, como en el
Absoluto, no hay límite, no hay rol, no hay función, no hay organización. Lo
otro no se ve como otra forma, sino
parte integrante, más allá de cualquier visión, de ese Desconocido que Somos
nosotros. Desde siempre, los seres han renunciado a este mundo, esperando
encontrar el otro mundo. Muy pocos han llegado. Porque renunciar al mundo es
renunciar a la vida. Ahora, no podéis renunciar a la vida, incluso en sus
ataduras, negándolo. No podéis más que transcenderlo, transcendiendo
precisamente, lo que he llamado, la relación.
La Libertad y la Verdad son un país
o un territorio sin ningún camino. Cierto, la persona que sois, que creéis ser,
os hará creer permanentemente en la existencia de un camino común, a través de
vuestros hijos, del ser amado, a través de un amigo. Ahora, no existe ningún
camino para el Absoluto. Está ahí desde toda la Eternidad. Cómo lo que está ahí
desde la Eternidad puede buscarse o encontrarse, si ya está ahí. Cuando os
decimos que Sois la Eternidad, que Sois la Gracia, que Sois el Don de la
Gracia, no es una afirmación gratuita o una autosugestión, que además no
serviría de nada, porque los que no lo viven no pueden más que vociferar su
angustia y su cólera frente a esto. Así es el ego, incluso lleno de Luz.
Debéis, si tal es vuestro deseo, liberaros totalmente de todo lo que es
conocido, concebir que no hay camino en definitiva, para daros cuenta de que no
hay territorio, que no hay país, que no hay nadie y que no hay mundo. Sin que
por eso, sea un rechazo de algo.
Lo Desconocido no tiene nada que ver
con lo conocido pero lo integra. Lo Ilimitado no tiene nada que ver con el
límite y sin embargo el límite solo puede estar contenido en lo Ilimitado.
Vosotros estáis exactamente en la misma situación. Estáis exactamente en el
mismo caso particular y solamente vosotros podéis comprobarlo, aceptando que no
hay absolutamente nada que realizar. Esto no es una paradoja, ni una oposición,
aun menos un antagonismo. La única relación justa no puede estar establecida
con una de las partes del Todo sino con el Todo. Ahora, toda relación con el
Todo, el Absoluto, el Brahman, no es más que la realización incondicional de
ese estado, más allá de todo estado, de lo que está mucho más allá de la
Conciencia. La Conciencia, en definitiva (sea como sea: limitada o del Sí),
solo será la expresión de una simple separación, más o menos pronunciada. No
podéis estar separados de ninguna forma, de lo que Sois. No podéis limitar lo
que es ilimitado. Ninguna experiencia os llevará. No hay por cierto, ningún
camino y como he dicho, ningún territorio ni ningún país.
Si de todas formas la persona que
sois, si de todas formas el Sí que sois, no puede aceptar ni incluso considerar
lo que digo, entonces no tiene ninguna importancia, porque no hay nada que
proyectar con cualquier deseo de ser esto, porque vosotros Sois desde la
Eternidad. No hay pues nada que desear, igual que no hay nada que proyectar,
igual que no hay nada que ser. Solamente hay que establecerse en lo que ya está
establecido. Ninguna vía, nada conocido, podrá ni siquiera ser considerado sin
estar sostenido, contenido por el Amor, por lo Desconocido. A menudo el humano
habla del Amor. Él mismo crea las religiones en nombre del Amor, sin embargo
los actos han sido la antítesis del Amor. Todo el mundo conoce las relaciones
amorosas, filiales, maternales, incluso las más ideales que se terminan siempre
trágicamente. ¿Por qué? Porque
la muerte, ineluctable, hace desaparecer cualquier lazo. Entonces, el alma que
se reencarna en otra persona, por desolación o por amor proyectado, va a
mantener esos lazos, esas relaciones, bajo otros roles, bajo otras funciones,
bajo otras perspectivas, pero esto no es la Libertad y no conducirá jamás a la
Liberación. Así, incluso el karma, el libre albedrío, son una herejía, una
creación pura de la limitación del encierro. Lo que Sois no conoce nada de todo
esto, lo que Sois está más allá de todo esto. No basta con concienciarlo porque
no puede ser concienciado, ni realizado, porque precisamente, esto siempre ha
estado ahí. Ahí donde llevéis, como dijeron algunos Ancianos, vuestra Atención,
se realiza la Conciencia de lo que sois o de lo que creéis ser.
En lo que concierne a lo que se ha
llamado la Onda de Vida y que yo prefiero llamar el Don de la Gracia, no hay
estrictamente nada que hacer. No hay nada que desear. No hay tampoco, nada que
esperar. Solo hay que dejar Ser lo que Es, desde la Eternidad, sin ninguna
intervención de la persona, sin ninguna intervención de la emoción, de la
mente, del juicio o de cualquier espiritualidad. La relación (cuando es
entendida más allá de todo lo que puede ser conocido) os liberará, porque en
definitiva, la única relación que puede permanecer y que es Verdad, está más
allá de la relación, tal como se ha entendido. Ella es
Comunión, Fusión, Disolución. Ella
es ese Éxtasis o ese Intasis muy particular, más allá del Samadhi, o la
identidad (tan salvajemente mantenida en la Ilusión) desaparece por sí misma. Y
en la desaparición de la Ilusión de identidad, hay el establecimiento en
el Absoluto, donde efectivamente (y concretamente, no por proyección, por deseo
o suposición) todo es Uno, porque en la misma Gracia, en la misma Onda, en la
misma Libertad. Entended bien también que no podéis suprimir ninguna relación
existente en el mundo, sino cambiar de mirada, serviros de la Inteligencia para
comprender que todo está indefectiblemente ligado. Pero no ligado en una
relación de posesión o de amor, sea el que sea, sino como expresión misma de la
Naturaleza del Amor.
He aquí a lo que la Tierra se
despierta y se revela. He aquí a lo el Don de la Gracia os invita: a
Desposaros. Pero no el matrimonio con este cuerpo, con otro cuerpo, con otra
alma o con otro espíritu. Este Matrimonio con el Absoluto os restituye al
Absoluto. Os restituye a la única Verdad: la que no está inscrita en el tiempo
y en el espacio, la que no está inscrita en un camino o en un país o en un territorio
y aun menos en cualquier organización, sea la que sea. Mientras que penséis que
debéis pertenecer a algo, a una organización, a un grupo social, a un grupo
humano, no sois Libres. Ser humano, es precisamente escapar sin renegar de todo
condicionamiento, de toda percepción, de toda concepción, es refutar todo lo
que es conocido. No hay otra vía. No hay otra posibilidad, de ahora en
adelante, que Ser lo que Sois, ahí donde estéis. Ese Don de la Gracia
representa el último momento en que como os decía La Fuente, el Juramento y la
Promesa son despertados. Siempre han existido. Lo que tenéis es lo que sois.
Ahora, mirad con inteligencia,
cuales son vuestras relaciones. Toda la sutileza está ahí. Las religiones os
han encerrado en un ser exterior que podía salvaros mientras que esos Grandes
Seres (y ha habido muchos, incluso los más grandes de ellos) no os han dicho,
en definitiva, más que una cosa (evidentemente transformada por el principio
mismo de la organización, sea la que sea): que vuestra esencia era el Amor, que
no eráis de este mundo, sino que estabais en este mundo. No hay nadie a quién
seguir. No hay eventualmente qué imitar a esos Grandes Seres, no por imitación,
sino por resonancia, de alguna forma. Todos esos Seres no han expresado nada
mientras que las organizaciones, las religiones han organizado la Verdad última
a su conveniencia, para mantener las relaciones de dependencia, en encierro. La
sociedad ha realizado exactamente lo mismo, ya sea a través de técnicas, a
través de reglas e incluso a través de una relación que paradójicamente se
llama amorosa. El Amor no puede ser una proyección de lo que sea, hacia lo que
sea, puesto que el Amor es la Naturaleza misma del átomo, de los mundos, de
cualquier Dimensión, más allá de cualquier apropiación, más allá de cualquier
suposición.
Hoy el Don de la Gracia os llama,
aunque el nombre no sea exacto. Pero el conjunto de circunstancias de la Tierra
os llama. El Sonido del Cielo, el Sonido de la Tierra, los volcanes, solo son
el reflejo de lo que pasa en vosotros. La llamada percibida en el Cielo como en
la Tierra, es la llamada del Don de la Gracia, en vosotros. Solo la mirada
proyectada ve un mundo. Las luchas que observáis en este mundo solo son
vuestras propias luchas. Todo lo que rechazaríais de este mundo solo representa
lo que en definitiva, rechazáis de vosotros mismos. El Don de la Gracia es una
llamada a la Libertad y a la Autonomía, a vuestra Responsabilidad. El Don de la
Gracia es efectivamente, un gozo permanente. Este gozo no tiene nada que ver
con el gozo limitado, porque es un gozo Ilimitado. El gozo limitado pertenece a
marco amoroso o afectivo. Está obligado, como he dicho, a reproducirse sin
cesar para dar la impresión de mantenerse en una permanencia: sean las caricias
pródigas, una mirada dada, un beso dado, una educación de un niño, todo y lo
sabéis por experiencia, todo, debe reproducirse sin pausa, cada día, a cada
instante. Al principio, por supuesto, con facilidad y evidencia y a veces hasta
el final, con la misma evidencia. Pero solo es la reproducción, no es más que
la ilusión del amor.
El verdadero Amor, el que os hace
considerar todos vuestros Hermanos como parte integrante de vosotros mismos,
porque es la única Verdad, solo puede revelarse (aunque siempre ha estado ahí),
desde el instante en que aceptáis ir más allá de la persona. No hablo de un
narcisismo cualquiera dirigido a amar a la persona, sino de amar lo que Sois,
más allá de cualquier persona y por tanto, de cualquier rol: es decir en
relación real con la Verdad y vosotros no sois otra cosa que la Verdad. No sois
lo que proyectáis. No seréis jamás lo que creéis idealmente mantener en una
permanencia, sino que sois realmente esta permanencia. No hay pues que buscar
fuera, porque no hay afuera. Hoy el Don de la Gracia os va a llevar, o no, a
vivir (porque ese el vuestra Naturaleza) el Don y la Gracia. No el don de un
amor, no el don de sí solamente, sino más bien: más allá de cualquier
conciencia, vivir la naturaleza esencial y primordial de lo que Sois. Solo el
juego de la distancia, de la separación, de la distanciación de la persona, nos
ha hecho creer a todos que podemos perder alguna cosa. Y es esta experiencia
misma, la que a menudo, conduce a la Eternidad. Porque el dolor de la
separación es tal, es tan intenso e indecible, que solo puede desembocar en el
Absoluto, dando gracia de alguna forma, a la Gracia misma, poniendo fin
entonces, a toda ilusión. En ese momento, Sois el Amor. El mismo Amor en esa
persona, que en el átomo, en el sol, en el ser amado, como en el ser llamado
enemigo. Todos los nombres no tienen ya sentido, porque no hay estrictamente
nada que llamar que no esté ya presente en el Absoluto. Hoy, en este mundo,
todo es yo diría, cada vez más accesible y cada vez más evidente. En otros
términos, no hay otro Apocalipsis que este: mientras que la persona considere
de una manera u otra un fin, se sabe finita, se sabe efímera. Aquél que vive
esta relación última ha salido definitivamente de los juegos de rol, de los
juegos de posesión, de los juegos de atribución de roles o de poderes. Porque
no hay otro poder que el poder de la Vida, que es Don de la Gracia. Onda de
Vida. Onda del Éter.
Onda de Eternidad. No hay otro Matrimonio que este de vuestra Libertad. No hay
camino. No hay territorio. No hay límite.
Si la persona que sois no puede
aceptar (digo bien no aceptar y no, no comprender, porque lo que digo está
inscrito más allá de cualquier comprensión, he llamado a esto algo que podéis
entender en su esencia y no a través de palabras), entonces yo diría simplemente
que eso Es, desde toda la Eternidad y de nada vale vuestra opinión, de nada
vale vuestra posición, de nada vale vuestra adhesión o vuestra negación. Porque
todo esto no puede alterar de ninguna manera, el Absoluto. Si no, ¿cómo sería
el Absoluto y cómo sería Último? He aquí lo que a través de mi experiencia
viviente y a través de lo que yo podría estar tentado de llamar, lo que yo
represento hoy, podía deciros. Yo pienso que el tiempo que estaba concedido
llega a su término. Si tenemos tiempo y si existe alguna pregunta, relativa
exclusivamente, a lo que acabo de enunciar, os escucharé.
No tenemos cuestiones. Os damos las
gracias.
Yo os propongo un instante. Este
instante no está dedicado a la recepción de la Luz, ni a la Onda de Vida, sino
dedicado simplemente a estar atento. Un momento de meditación, sin objeto, sin
soporte, sin demanda. Justo esto. Es mi forma de dar gracia a vuestra
presencia, mi forma de saludaros y de deciros hasta pronto. Yo os diré cuando
cesará. Ahora.
…Participación del Don de la Gracia…
Hasta pronto.