Gracias, RAM-SU!!!
PROTOCOLO SECRETO DE LAS PROFECÍAS
Juan de
Jerusalén
Por Víctor
Manuel Jara
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Cortesía de Alicia Botero Toro http://hallegadolaluz.blogspot.com http://www.yakitome.com/data/6785485299/yak_V4_vEysBjbB0VwyqrcVPRVHP5lY6gvbDHn6ug10SqNGk8TTd8t6XkuIQSNrGYC3qaiSwKTpZ4T678XgRAJ1_xwKnEy1ChjIab1IoFS.mp3
Juan de Jerusalén
nació cerca de Vezelay, Francia, alrededor de los años 1040 o 1042. Fue uno de
los fundadores de la Orden de los Caballeros del Temple, o Templarios, en 1118.
Murió poco después, en el año 1119 o 1120, a la edad de 77 años.
Su libro de profecías,
o más propiamente dicho PROTOCOLO SECRETO DE LAS PROFECÍAS, habría sido
conocido por Nostradamus, a quien sirvió de inspiración y guía para sus propias
visiones proféticas.
Un manuscrito
descubierto en Zagorsk, cerca de Moscú, y que data del siglo XIV, califica a
Juan de Jerusalén de prudente entre los prudentes, santo entre los santos y que
sabía leer y escuchar el cielo. También señala que Juan solía retirarse
frecuentemente al desierto para rezar y meditar, y que estaba en la frontera entre la Tierra y el
cielo.
Durante su estancia
en Jerusalén, en el año 1099, pudo mantener encuentros con rabinos, sabios
musulmanes, iniciados, místicos y cabalistas, prácticos en las artes
adivinatorias, astrológicas y numerológicas.
Estas profecías
estuvieron ocultas durante muchos años, hasta que en el transcurso de la 2da
Guerra Mundial, en 1941, fueron halladas por la S.S. en una sinagoga de
Varsovia: Luego de la caída de la Alemania nazi, desaparecieron nuevamente,
hasta que fueron descubiertas en años recientes en los archivos secretos de la
K.G .B. soviética, según afirman algunos investigadores.
Las profecías parecen
escritas específicamente para este fin de milenio, como si este fuera el tiempo
en que deben darse a conocer. Todas ellas comienzan con la frase: Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil.
A pesar de su descarnada crudeza, sobre todo las relativas al SIDA y la
contaminación ambiental, son de una gran belleza poética, lo cual las hace
diferentes a otros textos proféticos.
Nota. También enuncia
lo acontecido a las Torres Gemelas y muchos otros hechos ya acontecidos. Nos
queda observar que solo falta regresar a la luz.
LAS PROFECÍAS TEMPLARIAS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
Mis ojos descubren en
el cielo lo que será, y atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía
hacia lo que ni veis ni conocéis. Mil años habrán pasado y Jerusalén ya no será
la ciudad de los cruzados de Cristo. La arena habrá enterrado bajo sus granos
las murallas de nuestros castillos, nuestras armaduras y nuestros huesos. Habrá
sofocado nuestras voces y nuestras plegarias.
Los cristianos
venidos de lejos en peregrinación, allí donde estaban sus derechos y su ley, no
osarán acercarse al sepulcro y a las reliquias, si no es escoltados por los
caballeros judíos, que tendrán aquí, como si Cristo no hubiera sufrido en la
cruz, su Reino y su Templo.
Los infieles serán
una multitud innumerable que se extenderá por todas partes y su fe resonará
como un tambor de un confín al otro de la tierra. Veo la inmensidad de la tierra.
Continentes que Herodoto no nombró sino en sueños se añadirán más allá de los
grandes bosques de los que habla Tácito y en el lejano final de mares
ilimitados que empiezan después de las columnas de Hércules.
Mil años habrán
pasado desde el tiempo en que vivimos, y los fondos de todo el mundo se abran
en grandes reinos y vastos imperios. Guerras tan numerosas como las mallas de
la cota que llevan los caballeros de la orden se entrelazarán, desharán los
reinos y los imperios y tejerán otros. Y los siervos, los villanos, los pobres
sin hogar se sublevaran mil veces, harán arder las cosechas, los castillos y
las villas, hasta que se les queme vivos y se obligue a los supervivientes a
volver a sus cubiles, Se habrán creído reyes.
Mil años habrán
pasado y el hombre habrá conquistado el fondo de los mares y de los cielos, y
será como una estrella en el firmamento. Habrá adquirido el poder del sol y se
creerá dios, construyendo sobre la inmensidad de la tierra mil torres de babel.
Habrá edificado muros sobre las ruinas de los que levantaron los emperadores de
Roma y estos separarán una vez más las legiones de las tribus bárbaras.
Mas allá de los
grandes bosques habrá un imperio. Cuando caigan los muros, el imperio no será
más que agua cenagosa. Las gentes se mezclarán una vez más.
Entonces empezara el
año mil que sigue al año mil. **
Veo y conozco lo
escribió hace mil años Juan de Jerusalén
Veo y conozco lo que
será. Soy el escriba.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre estará frente a la entrada sombría
de un laberinto oscuro. Y al fondo de esa noche en la que va a internarse, veo
los ojos del Minotauro. Guárdate de su furor cruel, tú que vivirás en el año
mil que sigue al año mil.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el oro estará en la sangre. El que contemple
el cielo contará denarios, el que entre en el templo encontrará mercaderes, los
mandatarios serán cambistas y usureros, la espada defenderá la serpiente. Pero
el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra, y los hijos
de los hijos se convertirán en la nube ardiente, ellos alcanzaran los viejos
estandartes.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá poblado los cielos y la
tierra y los mares con sus criaturas; mandará, pretenderá los poderes de Dios,
no conocerá limite. Pero todas las cosas se sublevarán; titubeará como un rey
borracho, galopará como un caballero ciego y a golpes de espuela internará a su
montura en el bosque; al final del camino estará el abismo.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, se erigirán torres de Babel en todos los
puntos de la tierra, en Roma y en Bizancio; los campos se vaciarán, no habrá
más ley que mirar por uno mismo y por los propios. Pero los bárbaros estarán en
la ciudad; ya no habrá pan para todos y los juegos no serán suficientes,
entonces, las gentes sin futuro provocarán grandes incendios.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hambre oprimirá el vientre de tantos
hombres y el frio aterirá tantas manos, que estos querrán ver otro mundo y
vendrán mercaderes de ilusiones que ofrecerán el veneno. Pero éste destruirá
los cuerpos y pudrirá las almas, y aquellos que hayan mezclado el veneno con su
sangre serán como bestias salvajes cogidas en una trampa, y matarán y violarán
y despojarán y robarán, y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, todos intentarán disfrutar tanto como puedan;
el hombre repudiará a su esposa tantas veces como se case y la mujer irá por
los caminos umbríos tomando al que le plazca, dando a luz sin poner el nombre
del padre. Pero ningún maestro guiará al niño y cada uno estará solo entre los
demás; la tradición se perderá, la ley será olvidada como si no se hubiera
anunciado y el hombre volverá a ser salvaje.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el padre buscará el placer en su hija, el
hombre en el hombre, la mujer en la mujer, el viejo en el niño impúber, y eso
será a los ojos de todos. Pero la sangre se hará impura, el mal se extenderá de
lecho en lecho, el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los
rostros serán consumidos, los miembros, descarnados; el amor será una peligrosa
amenaza para aquellos que se conozcan solo por la carne.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, aquel que hable de promesas y de ley no será
oído, el que predique la fe de Cristo perderá su voz en el desierto. Pero por
todas partes se extenderán las aguas poderosas de las religiones infieles,
falsos mesías reunirán a los hombres ciegos. Y el infiel armado será como nunca
había sido, hablará de justicia y de derecho, y su fe será de sangre y fuego;
se vengará de la cruzada.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el fragor de la muerte provocada avanzará
como la tormenta sobre la tierra; los bárbaros se mezclaran con los soldados de
las últimas legiones, los infieles vivirán en el corazón de las ciudades
santas, todos serán, por turnos, bárbaros, infieles y salvajes. No habrá
órdenes ni normas; el odio se extenderá como la llama en el bosque seco, los
bárbaros masacrarán a los soldados, los infieles degollarán a los creyentes, el
salvajismo será cosa de cada uno y de todos, y las ciudades morirán.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres se juzgarán entre ellos según
sean su sangre y su fe; nadie escuchará el corazón sufriente de los niños, se
les echará del nido como los pájaros a sus crías, y nadie podrá protegerlos de
la mano armada con guantelete. El odio inundará las tierras que se creían
pacificadas. Y nadie se librará, ni los viejos ni los heridos, las casas serán
destruidas o robadas, los unos se apoderarán del lugar de los otros, todos
cerrarán los ojos para no ver a las mujeres violadas.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, todos sabrán lo que ocurre en todos los
lugares de la tierra: se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y
al que tiene los ojos cubiertos de moscas, Y al que se da caza como a las
ratas. Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino
de sí mismo, dará un puñado de granos como limosna, mientras que él dormirá
sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano recogerá con la otra.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre comerciará con todo; todas las
cosas tendrán precio, el árbol, el agua y el animal, nada más será realmente
dado y todo será vendido. Pero el hombre entonces no valdrá más que su peso en
carne, se comerciará con su cuerpo como los canales de ganado, tomarán su ojo y
su corazón, nada será sagrado, ni su vida ni su alma, se disputarán sus
despojos y su sangre como si se tratara de una carroña.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá cambiado la faz de la tierra;
se proclamará el señor y el soberano de los bosques y de las manadas, habrá
surcado el sol y el cielo y trazará caminos en los ríos y en los mares. Pero la
tierra estará desnuda y será estéril, el aire quemará y el agua será fétida, la
vida se marchitara porque el hombre agotará las riquezas del mundo. Y el hombre
estará solo como un lobo en el odio de sí mismo.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los niños también serán vendidos; algunos se
servirán de ellos como de muñecos para disfrutar de su piel joven, otros los
tratarán como a animales serviles. Se olvidará la debilidad sagrada del niño y
su ministerio; será como un potro que se doma, como un cordero que se sangra,
que se sacrifica. Y el hombre no será más que barbarie.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, la mirada y el espíritu de los hombres serán
prisioneros; estarán ebrios y no lo sabrán, tomarán las imágenes y los reflejos
por la verdad del mundo, se hará con ellos lo que se hace con un cordero.
Entonces vendrán los carniceros, los rapaces los agruparán en rebaños para
guiarlos hacia el abismo y levantar a los unos contra los otros, se les matará
para tomar su lana y su piel y el hombre que sobreviva será despojado de su
alma.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, reinarán los soberanos sin fe; mandarán sobre
multitudes humanas inocentes y pasivas, esconderán sus rostros y guardarán en
secreto su nombre y sus fortalezas estarán perdidas en los bosques. Pero ellos
decidirán la suerte de todo y de todos, nadie participará en las asambleas de
su orden, todos serán siervos pero se creerán hombres libres y caballeros, solo
se levantarán los de las ciudades salvajes y las creencias heréticas, pero
también serán vencidos y quemados vivos.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres serán tan numerosos sobre la
tierra que parecerán un hormiguero en el que alguien clavará un bastón, se
moverán inquietos y la muerte los aplastará con el talón como a insectos
enloquecidos. Grandes movimientos los enfrentarán unos contra otros, las pieles
oscuras se mezclarán con las pieles blancas, la fe de Cristo con la del infiel,
algunos predicarán la paz concertada pero por todo el mundo habrá guerras de
tribus enemigas.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres querrán franquear las murallas;
la madre tendrá el pelo gris de una vieja, el camino de la naturaleza será
abandonado y las familias serán como granos separados que nada puede unir.
Sera, pues, otro mundo; todos errarán sin vínculos, como los caballos
desbocados corriendo en todas direcciones sin guí¬a, desgraciado del caballero
que cabalgue esa montura, carecerá de estribos y se precipitará en la zanja.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres no confiarán en la ley de Dios,
sino que querrán guiar su vida como a una montura, querrán elegir a sus hijos
en el vientre de sus mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero, ¿qué
será de estos hombres que se creen Dios?
Los poderosos se apropiarán de las mejores tierras y las mujeres más
bellas, los pobres y los débiles serán ganado, los poblachos se convertirán en
plazas fuertes, el miedo invadirá los corazones como un veneno.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, habrá surgido un orden negro y secreto; su
ley será el odio y su arma, el veneno, deseará siempre más oro y se extenderá
su reino por toda la tierra, y sus servidores estarán unidos entre ellos por un
beso de sangre. Los hombres justos y los débiles acatarán su regla. Los
poderosos se pondrán a sus servicios. La única ley será la que dicte en las
sombras, venderá el veneno aun dentro de las iglesias. Y el mundo avanzará con
ese escorpión bajo el pie.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, muchos hombres permanecerán sentados con los
brazos cruzados, se irán sin saber adónde, con los ojos vacíos, pues no tendrán
forja en la que batir el metal, ni campo que cultivar. Serán como la simiente
que no puede echar raíces. Errantes y empobrecidos, los mas jóvenes y los más
viejos, a menudo sin hogar. Su única salvación será la guerra y combatirán
entre ellos, y odiaran su vida.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, las enfermedades del agua, del cielo y de la
tierra atacaran al hombre y le amenazarán; querrá hacer nacer lo que ha
destruido y proteger su entorno, tendrá miedo de los días futuros. Pero será
demasiado tarde, el desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más
profunda, y algunos días se desbordará, llevándose todo por delante como un
diluvio, y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los
cuerpos más débiles.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, la tierra temblará en muchos lugares y las
ciudades se hundirán; todo lo que se haya construido sin escuchar a los sabios
será amenazado y destruido, el lodo hundirá los pueblos y el suelo se abrirá
bajo los palacios. El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura, no
escuchará las advertencias repetidas de la tierra, pero el incendio destruirá
las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres y los bárbaros,
a pesar de las legiones, saquearán las riquezas abandonadas.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el sol quemará la tierra, el aire ya no será
velo que protege del fuego. No será más que una cortina agujereada y la luz
ardiente consumirá las pieles y los ojos. El mar se alzará como agua
enfurecida, las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros
desaparecerán, los hombres se refugiarán en las alturas y olvidando lo
ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los hombres sabrán hacer realidad los
espejismos; los sentidos serán engañados y creerán tocar lo que no existe,
seguirán caminos que solo los ojos verán y el sueño podrá hacerse realidad.
Pero el hombre ya no sabrá distinguir entre lo que es y lo que no es. Se
perderá en falsos laberintos, los que consigan dar vida a los espejismos se
burlarán del hombre pueril, engañándole. Y muchos hombres se convertirán en
perros rastreros.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, los animales que Noé embarcó en su arca no
serán, entre las manos del hombre, más que bestias transformadas según su
voluntad; y, ¿ quien se preocupará de su
sufrimiento vital ? El hombre habrá
hecho de cada animal lo que habrá querido. Y habrá destruido numerosas
especies. ¿En qué se habrá convertido el hombre que haya cambiado las leyes de
la vida, que haya hecho del animal vivo pella de arcilla? ¿Será el igual de Dios o el hijo del diablo?
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, se deberá temer por ser hijo del hombre; el
veneno y la desesperación le acecharán, no se le habrá deseado más que por uno
mismo, no por él o por el mundo, será acosado por el placer y a veces venderá
su cuerpo. Pero incluso el que sea protegido por los suyos estará en peligro de
tener el espíritu muerto, vivirá en el juego y en el espejismo. ¿Quién le
guiará cuando no tenga maestros? Nadie le habrá enseñado a esperar y a actuar.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre se creerá Dios, aunque no habrá
progresado nada desde su nacimiento. Atacará vencido por la ira y por los
celos. Y su brazo estará armado con el poder del que se habrá adueñado;
Prometeo cegado podrá destruirlo todo a su alrededor. Sera un enano de alma y
tendrá la fuerza de un gigante; avanzará a pasos inmensos pero no sabrá qué
camino tomar. Su cabeza estará cargada de saber pero ya no sabrá por qué vive o
por qué muere, será como siempre, el loco que gesticula o el niño que gime.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, regiones enteras serán botines de guerra. Más
allá de los límites romanos e incluso en el antiguo territorio del imperio, los
hombres de las mismas ciudades se degollarán, aquí habrá guerra entre tribus y
allá, entre creyentes. Los judíos y los hijos de Alá no dejarán de enfrentarse
y la tierra de Cristo será su campo de batalla, pero los fieles querrán
defender en todo el mundo la pureza de su fe y ante ellos no habrá más que duda
y poder, entonces la muerte avanzará por todo el mundo como estandarte de los
tiempos nuevos.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, multitudes de hombres serán excluidos de la
vida humana; no tendrán derechos, ni techo, ni pan, estarán desnudos y no
tendrán más que su cuerpo para vender, se le expulsará lejos de la torre de
Babel de la opulencia. Se agitarán como un remordimiento o una amenaza,
ocuparán regiones enteras y proliferarán, escucharán las prédicas de la
venganza y se lanzarán al asalto de las torres orgullosas, habrá llegado el
tiempo de las invasiones bárbaras.
Cuando
empiece el año mil que sigue al año mil, el hombre habrá entrado en el laberinto
oscuro; tendrá miedo y cerrará los ojos, pues ya no sabrá ver, desconfiará de
todo y temerá a cada paso, pero será empujado hacia delante y no le será permitido
detenerse. La voz de Casandra será, sin embargo, potente y clara. Pero él no la
oirá pues querrá poseer más cada día y su cabeza se habrá perdido en las
fantasías, los que serán sus maestros le engañarán y no tendrá más que malos
consejeros.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres por fin habrán abierto sus ojos;
ya no estarán encerrados en sus cabezas o en sus ciudades, se verán y se oirán
de un lado a otro de la tierra, sabrán que lo que golpea a uno hiere al otro.
Los hombres formaran un cuerpo único del que cada uno será una parte ínfima, y
juntos construirán el corazón, y habrá una lengua que será hablada por todos y
nacerá así, por fin, el gran humano.
Llegados plenamente al año mil que
sigue al año mil,
el hombre habrá conquistado el cielo; creara estrellas en el gran mar azul
sombrío y navegará en esa nave brillante, nuevo Ulises, compañero del sol,
hacia la odisea celeste. Pero también será el soberano del agua; habrá
construido grandes ciudades náuticas, que se nutrirán de las cosechas del mar,
vivirá así en todos los rincones del gran dominio y nada le será prohibido.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, los hombres podrán penetrar en las
profundidades de las aguas; su cuerpo será nuevo y ellos serán peces, y algunos
volarán más alto que los pájaros como si la piedra no cayera. Se comunicarán
entre ellos pues su espíritu estará tan abierto que recogerá todos los
mensajes, y los sueños serán compartidos y vivirán tanto tiempo como el más
viejo de los hombres, aquel del que hablan los libros sagrados.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá el espíritu de todas las
cosas, la piedra o el agua, el cuerpo del animal o la mirada del otro; habrá
penetrado los secretos que los dioses antiguos poseían y empujará una puerta
tras otra en el laberinto de la vida nueva. Creará con la fuerza con que brota
una fuente; enseñará el saber a la multitud de los hombres, y los niños
conocerán la tierra y el cielo mejor que nadie antes que ellos. Y el cuerpo del
hombre será más grande y más hábil. Y su espíritu habrá abarcado todas las
cosas y las habrá poseído.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al
año mil, el hombre
ya no será el único soberano, pues la mujer empuñará el cetro; será la gran
maestra de los tiempos futuros y lo que piense lo impondrá a los hombres; será
la madre de ese año mil que sigue al año mil. Difundirá la dulzura tierna de la
madre tras los días del diablo, será la belleza después de la fealdad de los
tiempos bárbaros, el año mil que viene después del año mil cambiara en poco
tiempo, se amará y se compartirá, se soñará y se dará vida a los sueños.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre conocerá un segundo nacimiento; el
espíritu se apoderará de las gentes, que comulgarán en fraternidad, entonces se
anunciará el fin de los tiempos bárbaros. Será el tiempo de un nuevo vigor de
la fe, después de los días negros del inicio del año mil que viene después del
año mil, empezarán los días felices, el hombre reconocerá el camino de los
hombres y la tierra será ordenada.
Llegados plenamente al año mil que
sigue al año mil, los caminos irán de una punta de la
tierra y del cielo a la otra; los bosques serán de nuevo frondosos y los
desiertos habrán sido irrigados, las aguas habrán vuelto a ser puras. La tierra
será un jardín, el hombre velará sobre todo lo que vive, purificará lo que ha
contaminado, así sentirá que toda esta tierra es su hogar, y será sabio y
pensará en el mañana.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, todos serán como movimientos ordenados, se
sabrá todo del mundo y del propio cuerpo; se soñará con la enfermedad antes de
que aparezca, todos se curarán a sí mismos y a los demás. Se habrá entendido
que es necesario ayudar para mantenerse, y el hombre, después de los tiempos de
cerrazón y de avaricia, abrirá su corazón y su bolsa a los más desposeídos, se
sentirá caballero de la orden humana y así por fin un tiempo nuevo empezará.
Llegados
plenamente al año mil que sigue al año mil, el hombre habrá aprendido a dar y compartir;
los días amargos de la soledad habrán pasado, creerá de nuevo en el espíritu, y
los bárbaros habrán adquirido el derecho de ciudadanía. Pero eso vendrá después
de las guerras y los incendios, eso surgirá de los escombros ennegrecidos de
las torres de Babel. Y habrá sido necesario el puño de hierro para que se
ordene el desorden. Y para que el hombre encuentre el buen camino.
Llegados plenamente al año mil
que sigue al año mil, el hombre sabrá que todos los seres
vivos son portadores de luz y que son criaturas que deben ser respetadas; habrá
construido las ciudades nuevas en el cielo, sobre la tierra y sobre el mar.
Conservará en la memoria lo que fue y sabrá leer lo que será. Ya no tendrá
miedo de su propia muerte, pues en su vida habrá vivido muchas vidas y sabrá
que la luz nunca se apagará.
** Cuando empiece el año mil que
sigue al año mil, es el año 2000
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
es el año 2012