Jean Luc Ayoun
RAM
“Estar en el Corazón”
13 mayo 2009
Soy RAM.
Recibid mi paz. Recibid mis bendiciones. Vengo por mi presencia, a
continuar mi rol que es instruir la vida en el corazón. No he intervenido desde
hace algún tiempo en relación con las efusiones que os transmite el Arcángel
que vosotros llamáis Miguel. Las intervenciones de este ser, están destinadas a
haceros descubrir la dimensión nueva. En efecto, he preferido esperar a que el
trabajo espiritual del ultravioleta llegue, para algunos de vosotros, hasta el
corazón. Así, hoy, vengo a continuar mi enseñanza. El paso de la vida fuera del
corazón a la vida en el corazón es realmente, un nuevo nacimiento. Cuando la
consciencia se estabiliza en el corazón, el mundo cambia, vuestra mirada sobre
el mundo cambia, vuestra percepción del mundo cambia y cambia realmente para
vosotros. La vida en el corazón es una vía dentro de esta densidad que
recorréis, una vida nueva, una vida en que la distancia y la separación están
abolidas, una vida en que la mente cartesiana no puede equivocaros más. Llegando
a este nivel se disuelven en su mayor parte, los velos de la ilusión, los velos
de la separación. Lo que marca el acceso a este nivel es el descubrimiento de
un estado particular que os hace descubrir de manera verdadera, lo que está más
allá incluso de la alegría, la serenidad, la pureza, la ausencia de conflicto
interior. La vida se desarrolla entonces, según nuevas normas. El mundo
exterior cambia porque vuestra mirada cambia, porque percibís en el otro, en
los otros, los juegos de la ilusión y sin embargo, desaparece todo juicio. En
este estado de felicidad, una vez que llegáis a este nivel de interioridad, de
alineamiento, una nueva vida comienza entonces para vosotros, una vida en que
no puede haber lugar para las dudas, para las preguntas. Llegando a este nivel,
os dais cuenta de la vanidad, de la inutilidad de las construcciones mentales,
de los juegos de poder, de dominación, los juegos de seducción incluso.
Llegando a este nivel, estando de acuerdo con vosotros mismos, nunca, ninguno
de los juegos del ego, de la personalidad, os interesan. Llegando a este nivel,
os he hablado a menudo del sentido y la vivencia de la Unidad que se encuentra.
Llegando a este nivel, las preguntas se callan, el sentido de la vida os
aparece en su majestuosa simplicidad dónde, simplemente, las cuestiones y las
dudas pierden todo su sitio. Llegando a este estado, las contradicciones
inherentes a la vida del ego desaparecen. No tenéis nada que defender. No
tenéis nada que probar. No tenéis nada más que demostrar. En ese nivel, no
tenéis nada más que ser. La verdad y la realidad de lo que sois os aparecen con
toda humildad, con toda simplicidad. Vivís en este momento, más allá de los
juegos de construcción de lo que forma la personalidad. La personalidad está
entonces, sujeta a la realidad del corazón, a la realidad de la Unidad. Ese
estado corresponde a la gracia y a la felicidad de vuestros encuentros con
vuestra Eternidad. En esta etapa, os son reveladas gradualmente vuestras
filiaciones. Salís de la ilusión de pertenencia a esta realidad, para entrar en
la pertenencia a vuestra propia Divinidad. En esa etapa se hace muy difícil
mantener los velos de la ilusión, tanto en cuanto a lo que sois, como a lo que
son los otros. Vuestra visión se hace penetrante. El tiempo que, sin embargo
pasa, os aparece en la suprema ilusión que es. Os hacéis capaces, en ese momento,
en esta etapa, de vivir de múltiples realidades a la vez. Los velos de la
separación os son irremediablemente retirados, percibís la multiplicidad y el
juego de las dimensiones que participan todas, en la misma Unidad.
Estar en el corazón no es una palabra vacía. Estar en
el corazón no es ya, definir el corazón con la cabeza, sino el corazón con el
corazón. Penetrando en este estado de alineamiento, penetrando en ese estado de
unidad, os daréis cuenta de que no hay nada que combatir, que no hay ya nada
que probar, que no hay nada que demostrar, a vosotros mismos como a los otros,
como al mundo. En esta realidad nueva, se vive la unidad, pero también un
sentimiento profundo de unificación con la Divinidad. Este estado se vive en
humildad y en agradecimiento a la Fuente reencontrada. En esta etapa, no podéis
ser equivocados y no podéis equivocar. En ese estado, la vida se hace
felicidad. Encontrando vuestra filiación os hacéis capaces de conversar de alma
a alma, de Espíritu a Espíritu, con la Luz, con el Amor, con los otros, en esta
dimensión y en otras dimensiones. Ese estado requiere abandonar ciertas
creencias. Ese estado requiere una neutralidad benevolente y produce una
serenidad permanente. Las preocupaciones de la vida ordinaria no pueden hacer
presa ya, en ese mismo estado. Así, se instala en vosotros la paz. Así, se
instala en vosotros la verdad suprema que es Unidad, que es Belleza, que es
Gloria, que es Luz, que es Amor. Ese estado de consciencia se acompaña de un
estado vibratorio particular, vivido en medio de vuestro pecho, por una
vibración particular marcando la apertura de vuestro Templo Interior y de la
comunicación de vuestro interior con la Fuente. El trabajo del Arcángel Miguel
está destinado a facilitaros el acceso a este nivel. En ese estado, se
resuelven todas las emociones, todas las perturbaciones. En ese estado, así
como muchos seres que lo han realizado, han dicho, escrito, manifestado, se realiza
la alegría sin objeto, la alegría inefable de vivir simplemente esta verdad a
ese nivel. Muchos seres se han expresado en este canal, en relación a soltar la
presa, en relación al abandono, en relación a la confianza. Son palabras que
puede aprehender vuestro intelecto y que sin embargo, solo son un pálido
reflejo de la realidad, cuando llegáis a esa etapa. En ese nivel de
consciencia, nada malo puede ocurriros
porque incluso el elemento más oscuro, se ilumina por el propio estado de
vuestra consciencia. Cada cosa es así de manera irrevocable, en su lugar en el
momento en que esto se produce. Vosotros acogéis con la misma gracia los
acontecimientos exteriores, sean los que sean. Ningún elemento externo puede
apagar esta Luz que está encendida en vosotros. Ninguna contrariedad que se
hubiera vivido de un modo terrible a nivel del ego, puede perturbar de manera
duradera, el nivel en que estáis.
Os he dado las claves preparatorias para disponer
vuestro Templo Interior, a vivir esto. Todo ser humano que juega el juego de
esta preparación, por el poder de la radiación Micaélica, de ahora en adelante
está apto para vivir esta transformación. De todas formas, la aptitud para
vivirlo no confiere de manera irremediable, la realidad de esa vivencia, pero
sin embargo, se trata de una etapa capital hacia este camino. Debéis, si lo
deseáis, definir cómo prioridad de vuestro Amor, como prioridad de vuestra
vida, como prioridad de vuestros actos, el absoluto, la Divinidad, el Amor, el
Cristo, la Luz. Toda vuestra alma se tiende entonces hacia este objetivo, no
por una voluntad sino por una tensión que yo calificaría de obediencia, por una
tensión de servicio hacia la Luz. Nadie puede servir dos maestros a la vez. ¿A
quién queréis servir? ¿A vuestro ego, o a Dios, o a la Luz, o al Amor, o al
Cristo u otras palabras aun? Servir al ego conduce de manera ineludible al
sufrimiento perpetuo. Servir a Dios, a la Luz, al Cristo, al corazón, conduce a
la alegría eterna. Pasar a ese nivel puede haceros creer que hay una montaña que
ascender, una distancia inconmensurable, entre lo que sois y ese nivel a
alcanzar. Pero esto no es verdad. Esto es una ilusión inducida por vuestro
propio ego. No quiero decir con esto e inducir que el ego hay que despreciar.
Al contrario, debe ser domesticado, asegurado, amado por lo que es y nada más.
Vosotros habéis perdido el sentido de la realidad de vuestra Divinidad, el
sentido y la realidad de vuestra Unidad. Sin embargo, y particularmente en
estos tiempos y en esta época, las circunstancias de vida en la Tierra os
facilitan grandemente el acceso a este nivel, a la realidad de vuestra
Divinidad y de vuestro corazón. No basta con creer en el corazón para situarse
en el corazón. Esto pide un impulso, una tensión total hacia él. La paradoja,
si es que lo es, es que esta tensión va a la par con el soltar presa. Se trata
de una tensión de la consciencia y no la tensión del ego o de vuestros cuerpos.
No se trata tampoco, de una resistencia que vencer sino más bien de un estado
de aceptación, de ligereza, de sumisión incluso a la verdad de la Luz. En ese
estado y en ese nivel y en ese plano de la consciencia, gustáis de una forma
muy fácil de la beatitud, de la felicidad, más allá de cualquier esfuerzo,
ligado a la noción misma de servicio, a la noción misma de meditación, a la
noción misma de voluntad de bien, porque esto está más allá y es muy diferente.
Acceder a su Esencia, acceder a su Divinidad
corresponde totalmente a una forma de aquiescencia, a una forma como decía, de aligerar
a la luz, a Cristo, a Dios, a Krishna, cualquiera que sea el nombre que le deis.
Ese estado, ese nivel, este plano corresponde a la confianza. En ese estado de
consciencia no puede haber obstáculo. El único obstáculo es el que es creado
por el ego, por las resistencias, por la personalidad. A ese nivel la vida es
gratuita, la abundancia es gratuita, pero ciertamente no la abundancia y la
gratuidad que conoce el ego, sino más bien la abundancia de la vida, la
gratuidad de la vida, la abundancia de la Luz, la gratuidad de la Luz, traduciéndose
en un servicio espontáneo y no creado, por el Amor espontáneo y no dictado por
ataduras, por nociones de placer o nociones de miedos. Este Amor no se traduce
necesariamente en palabras, pero se traducirá necesariamente por un estado
vibratorio, se traducirá necesariamente no por una voluntad de bien, sino por
el bien encarnado y espontáneo. La preparación que está en curso, querida y
decidida por el Gran Reloj Cósmico, por los Grandes Seres que velan sobre
vuestra alma, ya ha llegado. Estas palabras que pronuncio, sea cuál sea la
profundidad del sentido o no, que vosotros percibís, os volverán a la
consciencia en el momento en que aceptéis totalmente vivir en este nivel, en este
estado, en esta consciencia. Es importante, vosotros que me escucháis, vosotros
que me leeréis, grabar estas palabras en alguna parte de vuestra consciencia
porque son elegidas para imprimir su marca en vosotros. Ellas reúnen totalmente
la paz que os presento al llegar, las bendiciones que os aporto al llegar a
vuestra densidad. Así, la vida en el corazón es una vida nueva, es una vida
plena en que no hay lugar para el vacío, donde no hay lugar para la duda, donde
no hay sitio tampoco, para el ego y su pequeñez. La personalidad no desaparece
sino que se enriquece, se pule, se forma a fin de conformarse a este estado de
consciencia. Ésta, se hace poco a poco transparente, sin llegar a interrumpir
la llama de vuestro corazón, la llama de vuestro Amor, sino que se pone al
servicio de éste, se ofrece en obediencia a lo que nace en medido de vuestro
pecho. Si insisto tanto en la localización de este estado de consciencia, es
porque se trata de una verdad vivida y no de un concepto disfrazado o
maquillado por la mente. Vivir en el corazón no es una idea ni un concepto, ni
un comportamiento, sino más bien una vibración de la consciencia, naciente en
medio de vuestro pecho, que os es posible sentir que aumenta en función de las
circunstancias pero, en ningún caso, extinguirse. Esta vibración sentida en
medio del pecho, marca la verdad total de vuestra instalación en el corazón.
Ese estado no está en función de vuestros humores, de vuestras meditaciones,
del entorno. Solo el resurgir de vuestra mente egótica puede a veces,
atenuarlo, disminuirlo, sin interrumpirlo jamás. El trabajo de efusión del
Arcángel Miguel y de los otros múltiples Grandes Seres que le acompañan, está
ahí para realizar la eclosión de esta realidad en la realidad densa. Pero, como
os han dicho, y yo repito, vosotros solos y solamente vosotros, podéis penetrar
vuestro santuario. La única cosa que puede bloquear aun el acceso a ese plano,
a ese nivel, a ese estado, no es tanto vuestro ego en sí mismo, sino más bien
el miedo que es generado por el ego. El miedo de perder, pero no hay nada que
perder. Esto es una ilusión. No hay nada en absoluto que vayáis a dejar detrás
de vosotros. La adhesión que se os pide es una adhesión de corazón. No puede
existir esa adhesión, mientras seáis un hombre o una mujer de compromiso,
mientras seáis un hombre o una mujer que tiene la costumbre de expresarse, de
pensar, de vivir, en la dualidad y por la dualidad. Comprended bien que la
dualidad no es un error, no es represable
sino que no podéis vivir la Unidad preservando vuestra dualidad. Es en
ese sentido que se os ha pedido por muchos seres, no juzgar porque el juicio es
un acto de dualidad. El estado de Unidad no puede juzgar. El estado de Unidad
no puede ser contrario a lo que sea, porque la Unidad se basta a sí misma. Esta
vibración, este estado de consciencia, es una realidad. No es, repito, un
concepto, una visión de la mente, o aun algo abstracto o lejano. He aquí lo que
hoy, tenía ganas de añadir. Si tenéis preguntas, en relación a estas palabras,
trataré de aportar una aclaración diferente que la que acabo de daros. Pero debéis
guardar presente en el espíritu que la vida en el corazón se manifiesta por una
vibración. Igual que la mayoría de vosotros habéis comenzado, de manera
reciente o mucho más antigua, a sentir la vibración en vuestra cabeza, esta
misma vibración debe instalarse de manera casi permanente en vuestro pecho.
Esto será marcado, antes incluso de que percibáis las modificaciones de
consciencia, la realidad de vuestra instalación en ese estado, a ese nivel de
consciencia del corazón. Entonces, quisiera ahora escuchar.
No tenemos cuestiones. Os damos las
gracias.
Entonces, antes de dejaros, recibid toda mi paz, todas
mis bendiciones, todo mi Amor y toda mi gratitud por haber acogido estas pocas
palabras. Sed bendecidos. Volveré ulteriormente para continuar mi enseñanza,
por las prácticas energéticas orientadas al corazón que os ayudarán a sentir la
vibración de vuestro corazón y a vivir e instalaros en ese estado, en ese
nivel. Sed bendecidos.
Canalización Jean-Luc Ayoun
Transcripción : Veronique Loriot