ADVERTENCIA

Nada de lo que leas, sin importar dónde está escrito,

nada de lo que escuches, sin importar quien lo dijo,

nada debes aceptar sin previo discernimiento y tú mismo debes decidir su veracidad.

Consúltale a tu corazón que él nunca se equivoca.

Discernimiento: Criterio o capacidad de distinguir los elementos que están implicados en una cuestión, como se relacionan entre sí como se afectan los unos con los otros y como cada uno de ellos incide en el conjunto.

sábado, 7 de julio de 2007

7 de Julio 2007 CRISTO

Jean Luc Ayoun

CRISTO
7 julio 2007
Mis bien amados, vengo a vosotros para hablaros de la paz. Frecuentemente, durante mi vida, yo decía a aquellos a los que me aproximaba: “os doy mi paz”. Ahora, esta paz que yo daba sin restricción es la paz del alma, esa que apaga la sed, ligada a la noche de la encarnación. Nadie puede transmitirla excepto yo, es la reconexión, es el amor y verdad, viene a abrazar el alma con un fuego que llena, un fuego que no quema pero que hará que nunca más el alma tocada tenga sed, no conocerá más la noche, vivirá por y para la luz. Es esta paz que hoy vengo a daros, con mis ángeles, con María y Miguel, con las milicias celestes y vuestros hermanos de la intra-tierra.
Comprended que nada puede en este mundo, aportaros la paz. Ninguna satisfacción, ninguna oración, ninguna meditación, ningún despertar puede rivalizar con esta paz. Es la que han conocido mis santos, otros santos cuya vida es esta paz destacada. Cuanto os toque en vuestro momento, nada podrá ocurriros, nada podrá permanecer en la sombra. Ella es la garantía de vuestra resurrección ascensional que vendrá. Se tratará de un estado de ser perfecto o, permanentemente, estaréis en amor, por vosotros, por mí, por toda la creación y ciertamente sobre todo por el Padre.
Vuestra paz será el motor de vuestra ascensión. Ella guiará vuestros pasos, como la verdad de la que os he hablado. Será un estado de radiación permanente de vuestra unidad y de vuestra divinidad. En esta vibración seréis luz, seréis yo, yo seré vosotros. Vosotros arderéis de amor, os consumiréis sin quemaros, experimentaréis en vuestro ser de carne el efecto de la luz y de la unidad en vuestras células, y sobre todo en vuestro corazón. Vosotros abriréis entonces, las compuertas de vuestro ser real, vuestra mente no podrá interponerse más, vuestras emociones tampoco, por cierto. Sólo quedará la emoción última que conduce a vuestra esencia.
Seréis como los niños que descubren una cosa increíble que su esperanza más loca no puede concebir. Sentiréis la vida correr en vosotros, seréis la fuente y el agua que brota a la que vuestros hermanos podrán venir a beber. Podréis entonces, con vuestra sola presencia en paz, contagiar de uno en uno a aquellos de vuestros hermanos que penan por dejar derramar la sed de mí. Nada más auténtico puede ocurriros. Por eso la palabra maestra es confianza: confianza en vosotros, confianza en la vida, confianza sobre todo en nosotros y nuestro Padre común.
La gracia es un momento sublime en la vida de un alma, es el retorno a la casa, es el fin de la división, el fin de los sufrimientos, el fin de las preguntas, el fin de las luchas, la apertura a la verdadera dimensión de luz. Como cuando algunos de vosotros han dejado su cuerpo para encontrar la luz, exceptuado que en el caso presente, estaréis en vuestro cuerpo y éste se iluminará desde el interior, su luz será visible, su efecto será evidente.
Viviendo esta paz que os prometo, llegaréis a vivir en unidad. Estaréis en comunión conmigo y todos aquellos que viven en los reinos de la luz. Viviendo esta paz que yo os daré, os estremeceréis, vuestra piel emitirá perfumes desconocidos para vosotros, vuestro amor englobará del universo, al átomo. Podréis ser lavados de todo lo que no es vosotros en luz, todo lo que no es vosotros en unidad. Vuestro camino está aquí, ahora, os lleva a vosotros si lo deseáis desde el fondo de vuestra alma.
¿Cómo acoger esta paz, me preguntaréis? Simplemente siendo simple, siendo abierto y diciendo “sí” a mi presencia en vosotros, “sí” a la luz, “sí” al fin de las experiencias de la ilusión de la dualidad. Aceptando no dirigir más una mirada de dualidad, aceptando cesar vuestras luchas y vuestros combates, incluso aquellos para la luz.
Comprended y aceptad mis palabras. Vengo en Majestad a liberaros de vuestras cadenas, a liberaros de vuestras ataduras, a abriros los ojos, a marcaros mi sello en el corazón, si esa es realmente vuestra aspiración y si me dais vuestro asentimiento.
Mis bien amados, yo soy Cristo, rey de amor  y yo dije que volvería, armado de una espada de justicia y verdad. Mi brazo armado no está en camino hacia vosotros para dividir o juzgar sino para acoger a todos aquellos que querrán mi paz. Estad preparados, pemaneced unidos, permaneced en esperanza. Yo os amo, yo os bendigo. Mi primera efusión de paz vendrá ahora en menos de dos semanas de vuestro tiempo terrestre, no os quedéis sorprendidos por las fechas, porque “nadie conoce la fecha, ni la hora” era exacto cuando los tiempos no estaban cumplidos. Ahora se han cumplido y nosotros podemos, desde nuestros planos de luz, contar en vuestro tiempo terrestre, el tiempo que nos y os separa de esos instantes de reencuentros.
Paz. Paz. Paz.